En ocasiones, nos
encontramos con que algunos factores dificultan claramente el proceso de duelo normal.
Por ejemplo, se puede experimentar hostilidad hacia el fallecido por haber
muerto, porque se vive como un abandono que provoca un sentimiento profundo de
impotencia y de empobrecimiento del self.[1]
Si lo que
predominan son los sentimientos de persecución, el objeto no es vivido como
muerto, sino como malignamente vivo y que amenaza el resto del self. Si no se
pueden superar estos sentimientos, no se puede aceptar la muerte del objeto ni
se puede hacer el duelo.
En este sentido,
nos es muy útil la distinción que Grinberg propone entre la culpa depresiva que
surge en la posición depresiva y que pone en marcha la reparación, y la culpa
persecutoria que experimenta en el duelo patológico, donde no es posible la
reparación porque el objeto a reparar es persecutorio y si se repara incrementa
más la persecución.
Este mismo autor
destaca como el duelo por aspectos del self que se sienten perdidos puede
dificultar este mismo proceso de duelo ya que al dolor por el objeto se añade
el dolor por el propio empobrecimiento, por lo que se siente que se ha perdido
que estaba depositado en el otro, experimentando el mundo interno en peligro de
deterioro y desastre.
Se puede sentir que
lo que predominan son los objetos internos malos, también hay temor por el
objeto introyectado, por la incapacidad que se siente de proteger el objeto
bueno del malo, y por la posibilidad de expulsar el bono junto con el malo,
sintiendo el sujeto que ha fracasado en el hecho de preservar el objeto bueno
interno.[2]
Klein señala que
siempre que se sufre una pérdida se reactivan todos los procesos de la posición depresiva y sentimientos de culpa, ansiedades, dolor y
emociones derivados de esta situación, incluidas también las ansiedades
persecutorias. En este mismo sentido, Grinberg indica que cuando ha habido
alteraciones en la elaboración del primer duelo, los duelos posteriores
adquirirán carácter patológico, ya que el yo no podrá utilizar todos los
recursos ante este trauma, el proceso tenderá a estancarse configurando un
cuadro patológico y el proceso de duelo se alargará indefinidamente.[3]
[1] Heppard, M. (2002) Urgencias Obstétricas. 3ª.
Edición. Editorial Masson S.A.
[2] Basevi V, Lavender T. (2008) Rasurado
perineal sistemático en el ingreso a la sala de partos (Revisión Cochrane
traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus.
[3] Garcia M, Glorgetti M, González M, Sartori M,
Rey P. (2010) Pomata P et al. Embarazo adolescente ¿Una población de riesgo?
Revista Hospital Materno Infantil Ramón Sardá.