Algunos dispositivos sanitarios como atención
primaria, las urgencias y visitas ginecológicas, las urgencias de traumatología
o los servicios de atención psicológica, entre
de otros, pueden ser espacios de
detección muy importantes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la
detección de la violencia sexual se puede realizar desde cualquier dispositivo
asistencial, ya sea de atención primaria o especializada, sin olvidar los
profesionales que prestan su atención en espacios no sanitarios, como pueden
ser salud escolar, emergencias médicas o atención domiciliaria.
La
detección de la violencia sexual constituye un aspecto fundamental de la atención,
ya que el elemento común de la agresión y abuso sexual es la dificultad de las
personas para revelar las experiencias vividas.
En ocasiones, la sospecha de que las
personas atendidas pueden estar sufriendo o hayan sufrido un abuso o una
agresión sexual, se da posteriormente a una entrevista, el exploración física o
en el contexto de la revisión de la historia clínica.
Cuando no hay una explicitación del hecho, ni unos signos físicos claros, la
sospecha de una posible situación de violencia sexual se puede revelar a partir
de algunos síntomas psíquicos y / o otras indicadores. Hyman, S.M. , Gold, S.N. y Cott, M.A. (2003)..
A nivel general (sea cual sea el sexo y edad):
-
Trastornos por estrés postraumático.
- Depresión.
- Ansiedad.
- Fobias sociales.
- Dificultades de concentración.
- Problemas o cambios de comportamiento inexplicables.
En niños también hay que tener en cuenta:
- Cambio de carácter.
- Enuresis.
- Regresión a conductas anteriores.
- Aislamiento y / o abstracción del entorno.
- Alteración del sueño.
- Trastornos de la conducta alimentaria.
- Miedos.
- Agresividad y cambios en el comportamiento.
En la actitud de la persona agresora (si
se presenta):
-
Despreocupación, desprecio, ironía.
- Tranquilidad extrema.
- Interés exagerado.
- Hostilidad hacia la persona y / o profesional.