Actividad física, osteoporosis y envejecimiento


Que la actividad y el ejercicio físicos tienen efectos positivos para la salud de las personas que los practican es ampliamente aceptado, de la misma manera que la inactividad física y el sedentarismo son factores de riesgo para el mantenimiento de un nivel de salud óptimo.
Esta premisa es válida para todas las edades, incluida la vejez. Estudios de diversos ámbitos y autores especializados han hablado largamente sobre la importancia de mantener un cierto nivel de actividad física durante toda la vida como factor fundamental cara a preservar la salud y la calidad de vida.

También están documentados los beneficios del ejercicio físico en las personas mayores. A partir de una extensa revisión bibliográfica, se habla de estudios y autores que han contribuido a evidenciar los efectos positivos de la actividad y el ejercicio físico en la salud biológica, en el comportamiento motor, en la salud psicológica y en la socialización de las personas mayores sanas, aunque todavía hay evidencias no demostradas científicamente.

Según esta misma autora hay más estudios e investigaciones que se han  interesado en el análisis de los efectos de una práctica continuada sobre las  diferentes dimensiones de los aspectos biológicos (sistemas muscular y esquelético, cardiovascular y respiratorio, nervioso, inmunológico, obesidad, diabetes, sueño), que sobre la salud psicológica (depresión, ansiedad, estrés, autoimagen, autoeficiencia y autoestima, bienestar y funcionamiento cognitivo) y, menos aún, sobre procesos de socialización. KARLSSON M, BASS, SEEMAN E. (2001).

La práctica regular de ejercicio físico produce efectos positivos sobre la salud biópsico- social de las personas de edad avanzada.  Aunque todavía son necesarias investigaciones más extensas-en la muestra y en el tiempo-que aporten datos concluyentes sobre los efectos del ejercicio físico en las personas mayores (Conn y otros 2003), es aceptado que el mantenimiento de un de vida activo-en contraposición a un estilo de vida pasivo y sedentario- se asocia a un mayor nivel de salud y de calidad de vida.
Los efectos concretos y beneficiosos que aporta la actividad física se traducen en cambios y mejoras más generales, que inciden en el día a día de la persona.
i la mejora de la fuerza supone una mayor capacidad para salir de casa, lo significativo para la persona es precisamente esta posibilidad que tiene de desarrollarse.  Al igual que si esta circunstancia hace posible la ampliación del círculo de relaciones y la posibilidad de expresión y comunicación con los demás, lo importante para la persona será justamente esta vivencia, no la mejora de la fuerza, aunque sea uno de los factores que la hacen posible.

De una manera o de otra, la actividad física continuada y regular contribuye al que la persona mayor:

- Tengan más facilidad para realizar las actividades de la vida diaria (AVD)

- Tengan menos riesgo de sufrir caídas

- Dispongan de mejor competencia motora

- Prevenga la aparición de nuevas enfermedades

- Se sientan más satisfechas consigo mismas

- Preservar su ámbito de relación

Estos aspectos son importantes para el desarrollo y el crecimiento como a personas. Así, la motricidad se convierte en una herramienta fundamental, muy útil para contribuir a preservar la competencia de la persona mayor y su calidad de vida.