El movimiento constituye la herramienta básica de que
disponemos los seres vivos para adaptarnos, conocer y utilizar el medio que nos
rodea. Esta relación entre el medio y nosotros contribuye a que progresivamente
seamos más personas, nos educa y nos permite desarrollarnos. Es una relación
formadora facilitada por nuestra posibilidad de movimiento que, por otra parte,
hay que considerar más allá del aspecto mecánico, porque tiene una
significación, una intencionalidad y un componente humanístico particulares del
ser humano.
El
movimiento, el juego y el deporte contribuyen (si se practican regularmente y
con una intensidad adecuada) a la obtención de salud y bienestar. (...). La
actividad y el ejercicio físicos tienen efectos positivos para la salud de las personas que los practican es ampliamente aceptado, de la misma manera que la inactividad física y el sedentarismo son factores de riesgo para el
mantenimiento de un nivel de salud óptimo. Esta premisa es válida para todas
las edades, incluida la vejez. HILLSDONM,
Foster C, Thorogood M. 2008.
A partir
de una extensa revisión bibliográfica, Ángeles Soler (2003) habla de estudios y
autores que han contribuido a evidenciar los efectos positivos de la actividad
y el ejercicio físico en la salud biológica, en el comportamiento motor, en la
salud psicológica y en la socialización de las personas mayores sanas, aunque
todavía hay evidencias no demostradas científicamente.
Según esta
misma autora hay más estudios e investigaciones que se han interesado en el
análisis de los efectos de una práctica continuada sobre las diferentes
dimensiones de los aspectos biológicos (sistemas muscular y esquelético,
cardiovascular y respiratorio, nervioso, inmunológico, obesidad, diabetes,
sueño), que sobre la salud psicológica (depresión, ansiedad, estrés, autoimagen, auto eficiencia y autoestima, bienestar y
funcionamiento cognitivo) y, menos aún, sobre procesos de socialización. La
práctica regular de ejercicio físico produce efectos positivos sobre la salud
biópsico social de las personas de edad avanzada.
Aunque todavía son necesarias investigaciones más extensas-en la muestra y en el tiempo-que aporten datos concluyentes sobre los efectos del ejercicio físico en las personas mayores (Conn y otros 2003), es aceptado que el mantenimiento de un estilo de vida activo-en contraposición a un estilo de vida pasivo y sedentario se asocia a un mayor nivel de salud y de calidad de vida.
Los efectos concretos y beneficiosos que aporta la actividad física se traducen en cambios y mejoras más generales, que inciden en el día a día de la persona. Si la mejora de la fuerza supone una mayor capacidad para salir de casa, lo significativo para la persona es precisamente esta posibilidad que tiene de desarrollarse. Al igual que si esta circunstancia hace posible la ampliación del círculo de relaciones y la posibilidad de expresión y comunicación con los demás, importante para la persona será justamente esta vivencia, no la mejora de la fuerza, aunque sea uno de los factores que la hacen posible.
De una
manera o de otra, la actividad física continuada y regular contribuye al que
las personas mayores:
·
Tengan
más facilidad para realizar las actividades de la vida diaria (AVD)
·
Tengan
menos riesgo de sufrir caídas
·
Dispongan
de mejor competencia motora
·
Prevenga
la aparición de nuevas enfermedades
·
Se
sientan más satisfechas consigo mismas
·
Preservar
su ámbito de relación
Estos
aspectos son importantes para el desarrollo y el crecimiento como a personas. Así, la motricidad se convierte en una herramienta fundamental, muy
útil para contribuir a preservar la competencia de la persona mayor y su
calidad de vida.