Trastornos de la conducta alimentaria

Los trastornos de la conducta alimentaria más relevantes, la anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN), son de etiología multifactorial; intervienen factores genéticos, biológicos, de personalidad, familiares y socioculturales. Se caracterizan por alteraciones importantes de la ingesta con consecuencias nutricionales y psicobiológicas que provocan repercusiones físicas y mentales graves.
 
Estos trastornos suelen iniciarse en la adolescencia y son especialmente frecuentes en la población femenina. La prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria se ha incrementado significativamente durante los últimos veinte años en todo el mundo occidental. Los datos de que se dispone muestran que la prevalencia de estos trastornos en las mujeres jóvenes entre 14 y 30 años es del 0,5 al 1, 5% con respecto a la AN y del 2 al 3% en el caso de la BN. En los hombres, la prevalencia de ambos trastornos es mucho menor, dado que por cada nueve mujeres que sufren AN o BN solo un hombre la presenta.
 
La AN se manifiesta por un deseo irrefrenable de estar delgado acompañado de la práctica voluntaria de procedimientos para conseguirlo: dieta restrictiva estricta, conductas purgativas (vómitos, laxantes y diuréticos) y ejercicio físico desmesurado. Aproximadamente el 90% de los pacientes anoréxicos son mujeres. La mayor incidencia de AN se produce entre los 13-18 años, aunque en los últimos años están apareciendo casos prepuberales. Un 30-40% de los pacientes evolucionan satisfactoriamente, un 30% mantienen los síntomas a medio y largo plazo, y alrededor de un 20% tienden a cronificarse. La AN presenta una letalidad del 6-7%.
 
A pesar del adelgazamiento progresivo que experimentan, los pacientes presentan un intenso temor por la posibilidad de ser o llegar a ser obesos. Hacen una sobrevaloración y una distorsión de la imagen corporal y presentan una preocupación extrema por la dieta, la figura o el peso, y desarrollan conductas de evitación de la comida y / o conductas compensatorias para contrarrestar el efecto de la ingesta. Además, no tienen conciencia de la enfermedad ni del riesgo de su conducta y focalizan la vida en torno a estas cuestiones. Este trastorno conduce a una alimentación deficiente ya una pérdida de peso que puede ser extrema y, incluso, conllevar una situación de riesgo vital.
Generalmente no hay una psicopatología previa, aunque a menudo hay unos rasgos caracteriales, como conformismo, necesidad de aprobación, hiper responsabilidad, perfeccionismo y falta de respuesta a las necesidades internas. Posteriormente pueden desarrollarse trastornos afectivos, obsesivo-compulsivos o de características psicóticas. Normalmente estos pacientes tampoco presentan antecedentes de obesidad, aunque no es infrecuente un discreto sobrepeso previo. La AN es un trastorno que el profesional sanitario detecta tarde dado que a menudo no sólo no hay conciencia de la enfermedad sino que además los pacientes esconden el trastorno de la conducta alimentaria para mantener el adelgazamiento. Son pacientes que no acuden espontáneamente a servicios sanitarios y normalmente es la madre quien hace la demanda de atención.
 
FUENTE:
Recomendaciones para la atención a los problemas de salud mental más frecuentes en la atención primaria de salud. Servicio Catalán de la Salud.