Signos de alerta psicopatológica en la adolescencia

La adolescencia debe entenderse como una crisis relacional en el sentido que afecta tanto al propio adolescente como los adultos que lo rodean. La adolescencia, entendida como la fase evolutiva que supone dejar la etapa infantil para entrar en la etapa adulta, tiene como peculiaridad respecto a otros cambios evolutivos de las personas que se presenta de una forma brusca y corta en el tiempo, y que significa un cambio cualitativo en el funcionamiento mental, relacional y social.
 
En este sentido la adolescencia debe entenderse como una crisis interna y relacional. Los cambios puberales y la genitalidad afectan tanto al funcionamiento psicológico como la socialización y la relación con los adultos, especialmente con los padres. También los adultos, padres, maestros, médicos y la sociedad en general, han de cambiar su forma de relación con respecto a la que habían mantenido con los niños y preadolescentes.
 
Por tanto, la crisis en dos sentidos, ante el "que soy yo?" De los adolescentes, la respuesta de los adultos es "quién es este?". Ambas sorpresas y ambos interrogantes intervendrán en la resolución o prolongación de la llamada crisis del adolescente. Por otra parte, la adolescencia puede considerarse como una crisis por sí misma en el sentido de que contiene todos los ingredientes necesarios para ser una crisis psicológica, es decir, por un lado los cambios pulsionales y de la otra la necesidad urgente de encontrar un nuevo equilibrio de la personalidad, una nueva identidad y una nueva manera de relacionarse con el mundo externo.
 
Así, aparecen los cambios del cuerpo y de la imagen corporal, y la aparición de la genitalidad obliga al adolescente a discernir del conjunto de emociones y afectos aquellos que tendrán como finalidad lasatisfacción sexual. Esta confusión en las relaciones objetuales puede ser la causa de la retirada de los afectos y, incluso, la oposición hacia aquellos adultos que hasta entonces habían sido los objetos amorosos más importantes.
En el ámbito cognitivo aparece también un cambio fundamental: el adolescente adquiere la posibilidad de la abstracción y, por tanto, la posibilidad de manejar ideas, valores, formular hipótesis, juzgar los adultos, las leyes y las normas del mundo que le rodea y le permite definirse como persona, aunque lo hace evidentemente desde el deseo y sin la experiencia de la realidad. Es el momento de los grandes propósitos, de la incomprensión frente de la imperfección de los adultos, de las identificaciones con los líderes que ocupan el lugar del ideal del yo y de compartir la prisa por recuperar la identidad con los grupos o las bandas en sus mismas condiciones. En este bombardeo pulsional, de emociones, de investigación apresurada de una nueva identidad y en el abandono de su mundo infantil, el adolescente puede poner en juego toda una serie de mecanismos de defensa que se traducen en conductas y formas de comportamiento no sólo ruidosas sino muchas veces acompañadas de riesgo personal o social.
 
Otras veces, la crisis de la adolescencia se manifiesta con retraimiento o se ponen en marcha mecanismos de sublimación. Todo esto hace que sea difícil valorar el significado patológico de la sintomatología que acompaña a la crisis de la adolescencia sobre todo si tenemos en cuenta que un mismo cuadro clínico puede corresponder a variaciones de la normalidad, a cuadros adaptativos o la instauración de nosologías de carácter psicótico y, incluso, a inicios de procesos esquizofrénicos. El adolescente, en la salida de la crisis, puede hacer actuaciones graves que pueden ser debidas a la crisis o corresponder a patologías importantes.
Si pensamos, por ejemplo, en las tentativas autolíticas, que como es sabido son frecuentes en la adolescencia, las podemos encontrar con el mismo grado de riesgo vital, en cuadros reactivos y sin fondo depresivos, en jóvenes con depresiones graves, con trastornos de la personalidad o en el marco de cuadros psicóticos. Podríamos decir lo mismo cuando exploramos conductas asociales y, incluso, próximas a la delincuencia. De otro modo, a la hora de investigar la normalidad o patología del cuadro clínico deberá tener en cuenta que la mayoría de las veces son los adultos quienes hacen la lectura del comportamiento de los adolescentes y sus dificultades y que, por tanto, no conviene precipitarse a etiquetarlos ya que esto tiene graves repercusiones para ellos mismos y para el entorno.
 
 
FUENTE:
Recomendaciones para la atención a los problemas de salud mental más frecuentes en la atención primaria de salud. Servicio Catalán de la Salud.