Se habla de
comorbilidad cuando dos condiciones médicas están presentes de forma simultánea en una misma persona de forma más frecuente que lo que se esperaría
por azar. De forma general, la migraña ha asociado preferentemente a diferentes
trastornos neurológicos, vasculares o psiquiátricos.
La co-ocurrencia de diferentes tipos de cefalea en un mismo individuo es
altamente prevalente. Los pacientes pueden presentar episodios con diferentes
diagnósticos de la ICHD-II. Un estudio realizado en población danesa estimó que
el 94% de los pacientes con migraña presentan también cefaleas tensionales, un
9% más que la población general.
Durante más de 40 años se ha debatido sobre la relación entre la migraña y los
accidentes vasculares cerebrales. Actualmente, la comorbilidad de estas dos
enfermedades está apoyada tanto por estudios clínicos como poblacionales. Uno de los trastornos neurológicos crónicos con manifestaciones episódicas en
que se ha observado una alta comorbilidad con la migraña es la epilepsia.
Aunque los resultados varían según los estudios, los individuos con migraña o
epilepsia presentan el doble de riesgo de sufrir otro trastorno que el resto de
la población
Estudios
recientes en población Estados Unidos y Canadá han identificado asociación
entre migraña y depresión, trastorno bipolar, pánico y fobia social con valores
de Odds Ratio (OR) entre 2,2 y 7,3.
La comorbilidad puede ser el resultado de un artefacto diagnóstico debido al
solapamiento de los perfiles sintomatológicos o puede darse en casos de
causalidad. Alternativamente, dos condiciones pueden ser comórbidas porque comparten
factores genéticos o ambientales que aumentan el riesgo de presentar ambas condiciones.
El conocimiento de estos factores comunes puede ayudar a un mejor conocimiento de
los mecanismos subyacentes a la migraña.