Estudios epidemiologicos de depresion en preescolares

Como se ha comentado, la etapa de educación infantil (3-6 años) está poco estudiada. Si nos centramos en los estudios epidemiológicos, no encontramos muchos datos actualizados sobre la prevalencia de los distintos trastornos y menos de los trastornos del estado de ánimo. Muchas de las referencias que se encuentran proceden de estudios realizados con niños de diversas edades, incluyendo preescolares. Por lo tanto a pesar representan la única información que disponemos, no son específicos para esta etapa. (Costello, 1989)

El primer estudio sistemático de epidemiología en el ámbito de psiquiatría infantil fue el de Lapouse y Monk (1958). Estos autores vieron que había una alta prevalencia de trastornos emocionales y del comportamiento (20% en niños de 6-12 años). Además observaron una tendencia a empeorar al crecer y una alta discrepancia entre la información del niño y el adulto. En la recopilación hecho por Domènech i Polaino (1990, 1991) encontramos los estudios epidemiológicos que se han realizado sobre alteraciones emocionales y de conducta en buena parte del siglo veinte, referentes importantes para nuestro estudio.
 
Las tasas de prevalencia de la depresión varían del 0,8 al 60%. Esta variabilidad depende de los criterios utilizados, de si se trabaja en población psiquiátrica o general, los síntomas utilizados como criterio evaluativo, de la edad considerada y en función del informador. Cuando revisamos los estudios no específicos para preescolares, es decir, en los que estudia la prevalencia de depresión en un grupo de edad amplio, encontramos cifras de prevalencia entre 1,8% a un 8%. Las variaciones son debidas al país donde se ha realizado el estudio, el tipo de prevalencia estudiada ya la forma de realizar los diagnósticos. (Bird, 1996).
 
Un ejemplo lo encontramos en la India en una muestra entre 2 y 12 años (Sidana, Bath, Choudhary, 1998) se encontró una prevalencia de depresión del 6%, utilizando criterios ICD-10. En España, el primer referente epidemiológico de la depresión infantil es el estudio realizado por el equipo de Polaino-Lorente y Domènech-Llaberia (1988). Se trata de un estudio de epidemiología descriptiva con un diseño de doble fase. Los autores utilizar instrumentos estandarizados y criterios DSM-III. La muestra fue seleccionada por medio de un muestreo aleatorio por conglomerados. Encontraron una prevalencia de 1,8% de depresión mayor en niños de 8 a 11 años y del 6,4% de síntomas distímico. En Girona concretamente, el índice de prevalencia de depresión mayor en edad escolar se situó en un 1,1%. (Monreal, 1988).
 
Entre la etapa prepuberal y la adolescencia, las cifras aumentan del 2,2% al 3,1% de depresión mayor en niños y del 1,3 a 1,9% en niños, a lo largo de tres años de estudio. Parece ser que los 13 años es una edad crítica para el aumento de prevalencia de depresión en chicas (Canales, Martí-Hennberg, Fernandez-Ballart i Domènech, 1995). En los escasos trabajos específicos con preescolares, se encuentran unas cifras inferiores a las señaladas en niños y adolescentes. El primer estudio prospectivo que conocemos en una muestra clínica de preescolares con trastornos conductuales o emocionales es el trabajo de Kashani y Carlson en 1985. Estos autores encuentran 4 niños con trastornos depresivos, de los cuales 1 presentaba depresión mayor y la resto distimia.
 
La prevalencia de depresión mayor en población clínica es del 1%, mientras que la prevalencia de trastornos afectivos es del 4%. Cifras inferiores a las que se encuentran en edad puberal. Destacan que en estos casos la estructura familiar está alterada y suele haber relación con presentar también trastornos del lenguaje. Este estudio significa un avance para ser pionero en el tema y por la utilización de los criterios DSM-III. Otro antecedente es el estudio de Hooks, Mayes, Volkmar (1988). Estos autores evaluaron la psicopatología de niños menores de 5 años que asistían a una clínica psiquiátrica. Observaron que un 32,1% de los niños presentaban trastornos emocionales (ansiedad, fobias y cambios de humor). Además encontraron una relación entre tener un trastorno del desarrollo y sufrir otras alteraciones psicológicas.
El interés de Kashani y sus colaboradores para la depresión en preescolares, los llevó a publicar la descripción de algún caso con depresión mayor (1985) (1987) y estudiar la fenomenología de la depresión severa en preescolares (1987). En este último estudio se evaluó el nivel de desarrollo, del habla y de la conducta, así como las características emocionales en población general. También se hizo una observación de la relación padres-hijos en situación experimental de juego. Los 9 casos diagnosticados con depresión mayor, seis madres presentaban también depresión, una era adicta a drogas y dos madres no tenían antecedentes relevantes. De ahí la importancia de cómo se relaciona el estado emocional de la madre y la del niño.
 
El índice de prevalencia obtenido fue del 0,9% de depresión mayor en base a criterios DSM-III-R (APA, 1987). Las referencias más actuales consideran que entre un 0,9% -1% de niños entre 3-6 años presentan depresión (Jellinek y Snyder, 1998; Son y Kirchner, 2000; Essau y Peterman, 1995; Del Bosque 2001). Finalmente en población pediátrica generalmente se encuentran índices superiores. Lavigne Binns, kaufen y Rosembaum (1993) estudiaron la prevalencia de problemas emocionales y conductuales en la consulta pediátrica primaria en niños de 2-5 años. Se realizaron los diagnósticos clínicos en base a los criterios del DSM-III-R (APA, 1987) por parte del psicólogo. El pediatra llevaba a cabo una exploración y diagnóstico físico en base a El ICD-9 (OMS, 1975).
 
Como resultados, los psicólogos realizaban más diagnósticos que los pediatras, excepto cuando los niños tenían entre 2-3 años. El diagnóstico más frecuente fue el de trastorno de oposición y déficit de atención con hiperactividad, mientras que la depresión no especificada se encontró en un 2,89%. Este estudio presenta una limitación importante como es el uso de pruebas no específicas para preescolares.

También en consulta pediátrica se recoge que un 0,3% de niños entre 2-5 años presentan depresión (Lavigne et al, 1996) en base a los resultados en el CBCL (Achenbach y Edelbrock, 1983) y criterios DSM-III-R (APA, 1987). Los mismos autores concluyen que cuanto más pequeño es el niño menos tendencia hay a presentar trastornos internalizados como la depresión. Es decir el niño pequeño tiende a expresar su malestar con formas que se pueden observar más externamente, es decir a partir de la conducta o alteración en los hábitos.
 
 
FUENTE:
ESTUDIO EPIDEMIOLÓGICO DE LA DEPRESIÓN MAYOR EN NIÑOS DE 3-6 AÑOS. Ester Plan y Colomer. 2003