Higiene postural

Entendemos por postura correcta aquella que no produce daño o sobrecarga sobre las estructuras de nuestro cuerpo (óseas, articulares, musculares, tendinosas, etc.). Siempre que hablamos de la higiene de la posición hablamos fundamentalmente de la columna vertebral, aunque no hay que olvidar que las alteraciones o desalineaciones de los miembros inferiores (Rodillas y pies), pueden provocar graves repercusiones sobre la estática de la postura y el raquis.

La postura que tiene cada uno deriva de la realidad anatómica, neuromuscular y psicomotor. El factor que más afecta, sin embargo, es el tono muscular. El desequilibrio muscular modifica la alineación e implica un estado de tensión locomotora. Los problemas posturales crónicos pueden originar malestar, dolor e incluso incapacidad.
No existe una postura mejor para todos los individuos. Cada persona debe aceptar el cuerpo que tiene y sacarle el mejor partido posible. Las alteraciones posturales más frecuentes las podemos dividir en anomalías ortopédicas (Pie plano, pie valgo, pie cavo, genu varo, genu valgo, genu flexum, genu rectuvatum, coxa anteversa, cúbito varo, cúbito valgo, escápula alada, tórax en quilla y hundido) y trastornos estructurales de la columna vertebral (escoliosis, desviaciones laterales, hipercifosis, hiperlordosis, cifolordosi y rectificaciones). Herrador-Latorre-Zagalaz nos dicen que para cada individuo, la mejor posición es aquella en que los segmentos del cuerpo están equilibrados en la posición de menor esfuerzo y máxima sustentación, intentando, en la medida de lo posible, proteger las estructuras  de apoyo del cuerpo contra los traumatismos o deformaciones progresivas.

Durante el "tirón" puberal (10-14 años), el crecimiento del raquis es muy repentino y se desarrolla una hiperlordosis lumbar con tendencia a hipercifosis dorsal debida a desequilibrios en el crecimiento (los músculos son más cortos que los huesos, inestabilizar y limitando la movilización de la cadera). Un exceso de movimientos repetitivos de flexión, extensión o rotación en esa época, puede favorecer la aparición de desviaciones del raquis, lumbalgias, Espondilolisis y espondilolistesis. Un nivel adecuado de actividad física es necesario para el correcto desarrollo de los cartílagos articulares.
Las malas posiciones más estudiadas por estas épocas adolescentes son la posición pie y sentada, que dependen mucho de la actitud personal, y por lo tanto pueden ser fácilmente modificables.

Posición derecha (de pie): Esperar estático la llegada del autobús, ir caminando con compañeros de diferentes estaturas (por qué la gente alta tiene tendencia a encorvarse?), hacer cola para ir al cine ..., todas son posturas en posición de pie que dependerán de la nuestra actitud. Así, si nuestra actitud es correcta, nuestra postura será la correcta.
Contrariamente, si la nuestra es una actitud laxa, decaída por un ahorro energético mal entendido, adoptaremos una postura cifótica, lordòtica o escoliótica. La persistencia de estas actitudes, que son modificables voluntariamente, nos pueden hacer llegar a patologías instauradas cuando la modificación postural ya no la podemos rectificar voluntariamente.

Posición sentada: la gran cantidad de horas que un alumno está sentado en día nos plantea una falta de movilidad importante. La falta de movimiento genera tensiones musculares en la zona lumbar y cervical. Los músculos de la parte anterior del cuerpo se debilitan y atrofian en relación a los de la parte posterior (que reciben una sobredemanda de tensión). Las fuerzas internas de equilibrio-reequilibrio se descompensan, acentuándose las desviaciones de la columna y limitándose la capacidad de corregirlas.