En este aspecto, los padres juegan
un papel muy importante en la vida de sus hijos, ya que su bienestar emocional depende
de ellos. Es comprensible que los padres no quieran animar a su hijo con
Síndrome de Down a salir o a tener relaciones sexuales por miedo a que exhiba inapropiadamente
sus frustraciones y miedos sobre la sexualidad. Por eso es esencial la ayuda y
el apoyo de los padres.
Es evidente que estos deben
aprobar y dirigir, con una buena educación, la relación de los sus hijos con Síndrome
de Down con el sexo opuesto en la medida que lo hacen con la resto de sus hijos,
en cuanto a un desarrollo afectivo normal ya un desarrollo sentimental propio
de la juventud y la madurez, y no desviar drásticamente su atención e impulsos hacia
otra dirección.
Amor Pan declara que las personas con
Síndrome de Down tienen derecho a formar sus propias parejas, con sus aciertos
y sus errores, al igual que ocurre con todos nosotros. Negarles esta oportunidad
es privarles de su desarrollo como adultos y desaprovechar todos los esfuerzos educativos
que se hacen para situarlos en una sociedad igualitaria.
La clave es normalizar las
relaciones sentimentales y sexuales, así como las relaciones de pareja entre
personas con Síndrome de Down. De esta manera se haría un salto en la escala
social, en cuanto su aceptación por la comunidad y sus propios sentimientos de
confianza ante el resto de la sociedad. El hecho de tratar a la persona con discapacidad como un ser autónomo que puede construirse
en la libertad hace que estos puedan ir mostrando, poco a poco que son personas
capaces de amar y ser amados con fidelidad y
respeto mutuo, formando una auténtica comunidad de vida y amor.
respeto mutuo, formando una auténtica comunidad de vida y amor.
Tomado de “Sexualidad y Sindrome
de Down. Un derecho irrevocable”. Por el autor Maria Solé Serradell