Educacion sexual y Sindrome de Down


Según Amor Pan, desde que el niño nace la estamos educando, también en la esfera afectivo, y esto es muy importante tenerlo en cuenta. En cuanto a una educación sexual a la escuela, no hay ninguna diferencia con el resto de la población escolar: desde los primeros niveles educativos, con un programa bien elaborado y que se mueva en un horizonte positivo de la sexualidad humana.

Cree que las restricciones que se les impusieron en nombre de una ética sexual concebida bajo el símbolo del temor, con un talante muy riguroso y altamente paternalista ya no son sostenibles.

Más que reforzar la capacidad de elección y de maduración del sujeto, se le ha sometido a tutela en nombre de las normas preestablecidas, emanadas de una determinada concepción de la persona y de la sexualidad humana ya caducas.

Se debe evitar la tentación de aprovechar una posición de fuerza para imponer al sujeto condiciones de vida demasiado restrictivas, que vulneran aspectos básicos de su personalidad y que ninguno de nosotros estaría dispuesto a tolerar si for el afectado. Afirma que la sexualidad es positiva, que forma parte de la estructura más básica de la persona y que es un potente motor de la expansión del individuo.

La introducción de la educación sexual en la formación de una persona con Síndrome de Down durante su crecimiento se considera una prioridad. Esta educación sexual tiene un objetivo general que debe guiar tanto los contenidos como los métodos y actividades: la maduración del alumno, proporcionant.li los conocimientos y habilidades que le permitan orientar de la mejor manera posible sus decisiones en esta materia y que refuercen las actitudes necesarias para vivir una sexualidad sana, positiva, evolutiva y prevenir los problemas que pueda ocasionar la falta de formación e información.

La convergencia de información y transmisión de valores trata de facilitar al alumno una visión integrada de su realidad sexual y afectiva para poder vivirla de una manera sana y satisfactoria. "Educar en la vida afectiva y sexual consiste, ante todo, en ayudar a alguna tener en cuenta al otro, a enseñarle a escuchar, a amar, a tener compasión y ternura, en definitiva, a ser responsable. La verdadera educación sexual consiste en despertar el corazón, en ayudar a una persona a caminar hacia la madurez afectiva "(Vanier. J, 2001)

Tomado de “Sexualidad y Sindrome de Down. Un derecho irrevocable”. Por el autor Maria Solé Serradell