Algunos de los métodos de control de
natalidad más comunes entre personas sin discapacidad, como son los preservativos
o los diafragmas tienen una utilidad limitada por las personas con discapacidad
intelectual ya que pueden presentar dificultades para insertarlos o aplicarlos.
Por este motivo en un principio se
recomendaba el método intrauterino (DIU) que actualmente es rechazado por la
mayoría de médicos alegando que implica un mayor riesgo de problemas infecciosos
y una mayor dificultad de mantener la higiene menstrual ya que incrementan tantos
el flujo menstrual como los trastornos menstruales.
Muchos médicos esperaban la aparición
en el mercado de anticonceptivos inyectables. Sin embargo, todo y que se había probado
la eficacia (Depo-Provera) en diversas aplicaciones, en EE UU no se aprobó la utilización. Hay que recordar que las personas con discapacidad tienen las mismas actitudes,
código de responsabilidad y proceso de toma de decisiones respecto la
anticoncepción y la esterilización, que las personas sin discapacidad.
La mayoría de las veces el
problema que se esconde detrás el interés de los padres y los educadores
sociales por la anticoncepción del joven con Síndrome de Down, recae en la falta
de una formación social y sexual. Por este motivo, además de orientar a las
personas que solicitan métodos anticonceptivos, se ofrecerá un programa de
asesoramiento para evitar el abuso sexual y enseñar pautas de comportamiento y
socialización adecuadas.
Tomado de “Sexualidad y Sindrome
de Down. Un derecho irrevocable”. Por el autor Maria Solé Serradell