Ejercicio y complicaciones de la diabetes

La valoración previa al inicio de un programa de ejercicio reduce los riesgos asociados. Los pacientes diabéticos jóvenes o de mediana edad con buen control metabólico y sin complicaciones pueden iniciarse o mantener cualquier tipo de actividad. En pacientes de edad avanzada o con complicaciones de la diabetes se debe prescribir un tipo de ejercicio adaptado a sus características.
El examen previo a la actividad debe incluir la valoración de aquellos órganos susceptibles de sufrir complicaciones, como ojos, riñones, pies, corazón o sistema nervioso.

Se recomienda una valoración cardiovascular (si es posible que incluya una prueba de esfuerzo) en los siguientes casos:
- Mayores de 35 años y:
a) Diabetes tipo 2 de más de 10 años de evolución
b) Diabetes tipo 1 de más de 15 años de evolución
- Presencia de algún otro factor de riesgo de arteriopatía coronaria
- Presencia de enfermedad microvascular (retinopatía proliferativa o nefropatía, incluyendo microalbuminuria).
- Enfermedad vascular periférica
- Neuropatía del autónomo

La duración de cada sesión de ejercicio será de entre 45 y 60 minutos, realizando de 3 a 5 sesiones semanal. Se recomienda realizar el ejercicio a diario, para evitar variaciones glucèmiques entre los días con o sin actividad. Como norma se recomendará mantener el ejercicio físico a intensidad moderada, aproximadamente al 60-80% de la frecuencia cardiaca máxima. La presencia de complicaciones de la diabetes merece una serie de precauciones en el momento de realizar la prescripción del ejercicio.

a) Pie diabético (neuropatía y vasculopatía periférica)

Se deben evitar aquellos ejercicios que ocasionan impactos repetidamente en las extremidades inferiores (por ejemplo, caminar, correr o saltar) pues podría dar lugar a ulceraciones, infecciones o ampollas que incrementan el riesgo de amputación. Por lo tanto, se deben recomendar otros ejercicios con menor impacto osteo-articular como natación, bicicleta o ejercicios gimnásticos que movilicen el tren superior. Aconsejará revisar el material utilizado, manteniendo la higiene del pie y prestar especial atención al estado del calzado.
b) Retinopatía y nefropatía

Los grados avanzados de nefropatía y retinopatía requieren controles especiales antes del inicio de un programa de ejercicio físico. Se deben evitar aquellos ejercicios que impliquen incrementos de la presión intratorácica (como la maniobra de Valsalva) u otros ejercicios realizados a alta intensidad. Estos tipos de ejercicio podrían acelerar la progresión de la enfermedad, incrementando el riesgo de desprendimiento de retina o hemorragia vítrea. Es preferible recomendar ejercicios de baja o moderada intensidad, practicados en sesiones de larga duración (preferiblemente de más de una hora). Además, se deberán evitar deportes de contacto, como boxeo o artes marciales, por el peligro de impacto sobre la retina. Esta recomendación debe ser especialmente enseguida si la retinopatía existente se encuentra ya en estado avanzado.
c) Complicaciones cardiovasculares

Representan una importante limitación en la prescripción de ejercicio físico, ya que se asocia a un incremento de la frecuencia de alteraciones del ritmo cardíaco, ortostatismo, dificultad en la termorregulación o alteraciones gastrointestinales. Por ello, se recomienda un estudio cardiovascular previo y realizar una prescripción que evite ejercicios de intensidad elevada o aquellos en los que se utilizan pesos elevados.
En el caso de neuropatía del autónomo o cuando se sigue tratamiento con β-bloqueantes, no se debe basar la prescripción en la medida de la frecuencia cardíaca para valorar la intensidad del esfuerzo. En estos casos la respuesta cardiaca al ejercicio se encuentra alterada y por tanto, la prescripción del ejercicio se debe realizar siguiendo la sensación subjetiva que el esfuerzo produce.