Diabetes y depresion

La diabetes y los trastornos depresivos son enfermedades de elevada prevalencia que conllevan una afectación importante en la funcionalidad y la calidad de vida de las personas que las sufren. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2004 ambas condiciones se encontraban entre las principales causas de afectación funcional, medida con años de vida ajustados por discapacidad, en países desarrollados: los trastornos depresivos eran la primera, y la diabetes mellitus la octava. Las predicciones para el 2030 sugieren que el impacto negativo de estos trastornos en los
países más desarrollados continuará aumentando, explicable por varios factores como el progresivo envejecimiento de la población o el incremento de la incidencia de obesidad en el contexto de dietas poco saludables y estilos de vida sedentarios.

La coexistencia de diabetes y depresión es una realidad clínica que en los últimos años se ha acompañado de un creciente interés por estudiar aspectos epidemiológicos, pronósticos y terapéuticos de esta comorbilidad.
Los pacientes con diabetes muestran un riesgo aumentado de padecer depresión respecto a la población general. En un meta-análisis clásico de 42 estudios con un tamaño muestral combinada de 21.351 sujetos se concluyó que este riesgo era el doble. La prevalencia de depresión en sujetos con diabetes depende de si la evaluación de la sintomatología se realiza mediante escaleras psicométricas auto-aplicadas o entrevistas diagnósticas.

Las escalas auto-aplicadas obtienen cifras más elevadas de depresión dado que evalúan síntomas depresivos de forma más genérica y no permiten obtener un diagnóstico clínico (p.ej: depresión mayor) como cuando se administra una entrevista diagnóstica. La prevalencia de depresión en población diabética se establecido del 31% cuando los pacientes se evalúan con escalas auto-aplicadas y del 11% cuando se obtiene un diagnóstico clínico de depresión después de administrar una entrevista diagnóstica.

Tanto los pacientes con diabetes tipo 1 como tipo 2 presentan una elevada prevalencia de depresión, del 21% y 27% respectivamente. Algunos estudios sugieren que los pacientes con diabetes tipo 2 muestran un riesgo incrementado de depresión respecto a pacientes con diabetes tipo 1 (3). Las mujeres muestran cifras más elevadas respecto a los hombres (28% vs 18%), como también sucede en población general no diabética. Los estudios realizados en poblaciones clínicas también han mostrado una mayor prevalencia de depresión en pacientes con diabetes respecto a estudios comunitarios (32% vs 20%), que podría explicarse por una mayor gravedad o una mayor duración de la enfermedad, variables que se han asociado depresión. De hecho, existen estudios que han constatado que los sujetos con una intolerancia glucídica o diabetes no diagnosticada muestran un riesgo de depresión similar a la población general, y por tanto menor al de los pacientes previamente diagnosticados de diabetes.
Esto hace pensar que la relación entre síntomas depresivos y diabetes suele aparecer con la instauración de la enfermedad y / o complicaciones, y no es tan evidente en fases tempranas o preclínicas.

Estudios longitudinales sugieren que la relación entre diabetes y depresión es bidireccional: los pacientes con diabetes presentan un riesgo incrementado de desarrollar depresión en la evolución de su enfermedad (6-8) y viceversa, los pacientes con depresión muestran también un riesgo aumentado de desarrollar diabetes después del diagnóstico del trastorno depresivo. En un estudio prospectivo que incluyó sujetos con glucosa normal en ayunas, glucemia basal alterada en ayunas, diabetes tipo 2 no tratada y diabetes tipo 2 tratada, sólo el grupo de diabetes tratada mostró un riesgo incrementado de depresión con respecto a la población con glicemia normal.
La mayoría de estudios realizados en población clínica han encontrado una relación entre un peor control metabólico, medido con la hemoglobina glicada, y el diagnóstico de depresión. La depresión presenta un impacto negativo en el control metabólico tanto en sujetos con diabetes tipo 1 como tipo 2. Aquellos estudios que han definido los casos de depresión con entrevistas estructuradas (reflejando un diagnóstico clínico de depresión) han observado una mayor repercusión negativa en el control metabólico que no paso otros estudios que han utilizado escalas auto-aplicadas (las cuales evalúan síntomas depresivos subjetivos pero no un diagnóstico clínico de depresión).

Algunos estudios sugieren que el impacto negativo de la depresión en el control metabólico se observa en pacientes con edades inferiores a los 65 años. También se ha mostrado un riesgo aumentado de hipoglucemias graves en sujetos con diabetes que presentan depresión comórbida, aunque otros estudios lo relacionan con ansiedad .
Es lógico pensar que si un paciente presenta síntomas depresivos es muy probable que pueda existir una peor adherencia al tratamiento, un menor control del perfil glucémico, y más dificultades para seguir una dieta o realizar ejercicio físico de forma regular.

De hecho, los estudios que han controlado estos factores, han evidenciado una menor adherencia al tratamiento en sujetos con diabetes y depresión. En n metaanálisis de 47 estudios (17 319 pacientes en total), se concluyó que los pacientes con diabetes y depresión presentaban, en comparación con los sujetos sin depresión, una peor adherencia al tratamiento evidenciada por presentar menos visitas de seguimiento, menos controles de glucemia capilar, una menor complementación dietética, una peor adherencia al tratamiento farmacológico y realización de menos ejercicio físico.
Los pacientes con diabetes y depresión presentan un mayor número de complicaciones micro y macrovasculares, en comparación con los pacientes diabéticos sin depresión Algunos autores sugieren que existen diferencias de género en esta asociación, y que los hombres con depresión serían los que mostrarían un riesgo aumentado de complicaciones metabólicas.

Un meta-análisis de 5374 sujetosevaluó la relación entre depresión y diversas complicaciones (retinopatía, nefropatía, neuropatía, disfunción sexual y complicaciones macrovasculares) en pacientes con diabetes tipo 1 y 2, demostrando unaasociación significativa entre todas las complicaciones diabéticas y la depresión. Tanto sujetos con diabetes tipo 1 como tipo 2 mostraron un mayor número de complicaciones metabólicas. El tamaño del efecto de la relación entre depresión y cada complicación era leve-moderada, siendo esta relación más clara para la disfunción sexual.
Esto se explica porque la disfunción sexual que puede sufrir un paciente con diabetes y depresión puede responder a diferentes etiologías, que pueden coexistir: 1) ser una complicación de la diabetes por afectación neuropática y / o vascular, 2) asociarse a la propia depresión, dado que la disminución de la libido y la disfunción sexual son síntomas depresivos relativamente frecuentes, 3) también puede explicarse por un efecto secundario del tratamiento antidepresivo en aquellos pacientes que estén recibiendo tratamiento psicofarmacológico.

Funcionalidad y calidad de vida.

Algunos trabajos realizados tanto en población adulta como geriátrica han demostrado una mayor discapacidad funcional en sujetos con depresión y diabetes. La comorbilidad con depresión también tiene implicaciones en la productividad laboral de los sujetos con diabetes, dado que un diagnóstico de depresión se ha asociado a un riesgo tres veces superior de perder más de 7 días laborales en un año.

Otros estudios que han evaluado la calidad de vida subjetiva utilizando cuestionarios y escalas auto-aplicadas, también han constatado que los pacientes diabéticos con depresión refieren una peor calidad de vida si los comparamos con sujetos con diabetes sin depresión.

Mortalidad.

Diferentes estudios epidemiológicos han observado una mayor mortalidad en pacientes diabéticos con depresión. En el Pathways Epidemiologic Study, realizado en Estados Unidos, se siguieron 4.154 pacientes con diabetes tipo 2 durante 3 años y se analizar las tasas de mortalidad en función del diagnóstico de depresión menor o mayor dependiendo de si tenían 2-4 (depresión menor) o 5 o más síntomas depresivos (Depresión mayor) en la evaluación inicial.

A los 3 años la mortalidad en aquellos que no tenían síntomas depresivos fue del 8.3%, mientras que fue significativamente mayor tanto en el grupo de depresión menor (13.6%) como en el de depresión mayor (11.9%). El estilo de vida sedentario era un predictor de mortalidad en este estudio, y aunque en controlar por este factor la asociación entre depresión y mortalidad disminuyó ligeramente, persistía una relación significativa. En otra cohorte de 10.025 sujetos del NHANES I Epidemiologic Follow-up Study, los pacientes con diabetes y depresión mostraron un riesgo de muerte incrementado en 2.5 veces durante un periodo de seguimiento de 8 años.
Algunos estudios como el Fremantle Diabetes Study, realizado en Australia, relacionan la mortalidad aumentada de los pacientes con depresión con la presencia de complicaciones micro y macrovasculares. La cardiopatía isquémica, una causa importante de mortalidad en sujetos con diabetes, es también más frecuente si existe una depresión comórbida.