Beneficio de la practica de ejercicio en diabeticos

Las recomendaciones sobre la práctica de ejercicio físico en personas con diabetes han evolucionado de forma paralela a la mejora de los conocimientos y los tratamientos de la diabetes. Antes del descubrimiento de la insulina, el ejercicio físico era una actividad de difícil práctica, la cual era habitualmente desaconsejada dado el aumento del riesgo de cetosis y deshidratación que ocasionaba a los pacientes con diabetes tipo 1.

En cambio, en la actualidad el ejercicio físico es una actividad básica dentro de un estilo de vida saludable, el cual se asocia a un buen control de la diabetes. En esta evolución continúa, el ejercicio ha encontrado un lugar principal en el tratamiento de la diabetes tipo 2, gracias al incremento espectacular de su prevalencia en las sociedades desarrolladas.
En estos casos, el ejercicio es fundamental como tratamiento de la diabetes, tanto por su efecto preventivo como terapéutico, especialmente por sus acciones sobre la resistencia a la insulina y como no, la mejora del control glucémico y del riesgo cardiovascular.
Sin embargo, la práctica de ejercicio físico no está libre de riesgos. Lo más frecuente, la hipoglucemia, puede suceder tanto a lo largo de la práctica de ejercicio como hasta las 12-24 horas posteriores. Para evitarla, será imprescindible conocer las modificaciones de los tratamientos (principalmente alimentación y dosis de insulina) que deberán llevarse a cabo en función de las características del ejercicio a realizar.

Es importante individualizar la prescripción del ejercicio en aquellos pacientes que ya han desarrollado alguna de las complicaciones crónicas de la diabetes, pues es en estos casos donde se hace imprescindible adaptar el ejercicio al estado del paciente para evitar el empeoramiento de estas complicaciones inducido por la propia actividad física.
Son bien conocidos los efectos negativos que, hacia la salud, provoca la falta de actividad física. Así, el sedentarismo incrementa el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovasculares, siendo sin embargo un importante factor de riesgo de mortalidad general. Además, estudios epidemiológicos señalan claramente el sedentarismo como uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2.
La aplicación de programas de ejercicio físico en personas con diabetes da lugar a los mismos beneficios que cuando estos programas se aplican a la población general. Estos beneficios son básicamente:

- Reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular
- Disminución de las cifras de tensión arterial

- Incremento de los niveles de colesterol HDL
- Prevención de la osteoporosis
- Incremento de la autoestima y otros beneficios psicológicos
- Incremento del gasto energético y mejora de la composición corporal

La práctica de ejercicio físico regular ofrece beneficios adicionales en el caso de la diabetes, especialmente para aquellos pacientes con diabetes tipo 2. Este beneficios son básicamente una moderada mejora del control glucémico y el aumento de la sensibilidad a la insulina.
Ante la práctica de ejercicio físico, el glucógeno muscular constituye la principal fuente energética para la contracción muscular 6-8. Este glucógeno muscular es una de las formas de almacenamiento de glucosa en el organismo, formada por unos 400g de glucosa (unas 1500kcal) repartidos por toda la masa muscular del organismo. El cuerpo cuenta también con otra reserva de glucosa en forma de glucógeno, localizada en el hígado, y con una capacidad de acumulación de algo más de 100g de glucosa.
A lo largo de la actividad muscular, el tipo de combustible utilizado depende principalmente de factores como la intensidad y la duración del ejercicio. Para ejercicios suaves, practicados a baja intensidad utilizan mayoritariamente grasas como sustrato energético. A medida que se incrementa la intensidad del ejercicio se incrementa también la proporción de glucosa utilizada como fuente energética.
Según la duración del ejercicio, los primeros 30-60 minutos de actividad muscular se consume mayoritariamente la glucosa contenida en sus depósitos en forma de glucógeno muscular. Cuando estos depósitos inician su vaciamiento inicia también la obtención de energía a partir de la glucosa plasmática circulante. Es en este momento cuando comienza otro proceso de producción de glucosa hepática, a partir de moléculas como el glicerol, el ácido láctico o incluso algunos aminoácidos.