Fuera de las variedades en cuanto a enfoques teóricos de las
estrategias terapéuticas, la mayoría de los autores están de acuerdo en
denominar psicoeducación al proceso de formación en la cual participa el
paciente cuidadores y/o familiares, con un
perfil académico adaptado a las necesidades del caso que le permite al
personal objeto de la estrategia contar con herramientas que le permitan
enfrentar las situaciones ya sea en estado de crisis o remisión, recaída o
manejo del tratamiento. Permite, reconocer síntomas, manejar situaciones,
adaptarse a las nuevas condiciones de su modo de vida que resulten en un
afrontamiento positivo hacia la enfermedad. Posee un enfoque integrativo asumiendo
distintos abordajes según las
características del paciente.
Raíz de las investigaciones actuales esta se puede utilizar aplicando otras técnicas como terapia familiar, marital, cognitiva y otras, según se vea la utilidad.
En el marco analítico
de este tipo de terapia se ha visto de manera general, gran efectividad sea en grupo o de forma individual, en
aspectos fundamentales como mejoría en el cumplimiento, detección precoz de
pródromo, cumplimiento terapéutico y aprendizaje en el reconocimiento de los signos de recaída y
otros que se irán explicando en los párrafos que le siguen. Por añadidura se le
adjudica, como se ha explicado mejoría en afrontamiento a la enfermedad como
tal, en el consumo toxico y conductas de índole suicida. Esta terapia sobrepasa
el modo de transmisión unilateral de información que pudiera adquirirse por
otros medios, para convertirse en una herramienta de modificación conductual
cognitiva, si es que se usa orientado a este tipo de terapia junto con la
psicoeducación. En este sentido es de altísima recomendación que el paciente
esté asintomático, esta condición no es arbitraria en lo absoluto, la
sintomatología depresiva modifica considerablemente el funcionamiento cognitivo
del paciente y de esta manera su habilidad para comprender y asimilar la
información. Por otro el paciente
maniaco, cuya tendencias propias de la enfermedad (irritabilidad, propensión a
la distracción, jovialidad y otras) pudieran establecer distorsión en el funcionamiento del grupo, amén de las habilidades de comprensión sobre la información proporcionada.
Sobre el aporte hacia la adherencia al
tratamiento, Miklowitz (1990) sostiene el éxito de la estrategia a través de
que el paciente asuma la importancia del
cumplimiento terapéutico a través de la mejoría de la sintomatología y
el curso de la enfermedad, con prolongaciones de los periodos de normalidad reduciendo
la intensidad reduce o minimiza los síntomas
afectivos cuando aparecen. Se debe alertar además sobre los motivos frecuentes del
abandono de la medicación y las repercusiones de la misma.
Otro aporte importante de esta estrategia
es en la identificación de los factores de riesgo que pueden precipitar una
recidiva. Según el autor, los pacientes a través de la educación, logran
identificar las principales situaciones de riesgo que pueden precipitar una recaída (abandono
de tratamiento) y por añadidura identificar que síntomas son los más característicos
una vez que se presente la recaída.
Sobre este tema, la psicoeducación aporta
herramientas para el auto reconocimiento, ya que los síntomas pueden variar
según sea la crisis. La capacidad de aprender el reconocimiento de los signos
de recaída, garantiza un rescate adecuado del tratamiento requerido. En relación con esto se encuentra
además el reconocimiento de factores protectores, que incide de manera positiva
en el área de adherencia al tratamiento y el manejo de los síntomas afectivos
si aparecieran durante la descompensación, manejo a través de grupos de apoyo
así como el contacto diario con un familiar figuran entre el grupo de estos
factores protectivos.
Miklowitz aporta ideas para la práctica
diaria de la psicoeducación y considera que puede desarrollarse de varias
maneras. Según el autor, una forma muy sencilla y directiva es comentar con la
enfermera la nueva medicación pautada o, de una forma más compleja, mediante el
uso de material visual, escrito e interactivo sobre el TB y su tratamiento. El
autor concluye que, con la psicoeducación, el paciente aprende a reconocer los
síntomas y signos de la enfermedad y a seguir los pasos adecuados para evitar
un nuevo episodio. Miklowitz subraya que una herramienta muy útil es la
utilización de una tabla de actividades diarias, en la que el paciente registre
todos los cambios en su estado de ánimo y cómo se relacionaban éstos con
acontecimientos estresantes.