Niño separado de sus padres por estar ingresado en hospital

En décadas anteriores los aspectos psicoafectivos no eran tenidos en cuenta, o tenidos a menos, básicamente por no contar con los conocimientos necesarios; dando prioridad casi absoluta a  los aspectos biológicos. Hasta la primera mitad del siglo XX los niños eran separados de sus padres durante las hospitalizaciones, experimentando lo que en aquel momento se llamó hospitalismo. Descrito por Morquio y por Spitz, como el trastorno psicoafectivo del lactante, producido por la privación afectiva en forma masiva y prolongada del vinculo con su madre.

Posteriormente a la formulación del concepto de hospitalismo, se continuaron los estudios sobre las necesidades psicoafectivas de los niños, llegando a la formulación de la teoría del apego. Es así que gracias al desarrollo de la teoría del apego, se produce un cambio radical en la hospitalización infantil, pasándose a la internación pediátrica conjunta.
El apego entendido como “un vinculo caracterizado por las cualidades únicas de la unión especial que se forma entre infante – madre o cuidador primario – infante.”, se desarrolla de forma temprana, produciendo seguridad, sosiego, consuelo, agrado y placer para el niño, si este observar la perdida o amenaza de perdida, responde con un sentimiento de angustia y de llanto.
El primer investigador de la teoría del apego fue René Spitz (1935) quien observo el comportamiento de los niños abandonados por sus madres, concluyendo “que la madre sería la representante del medio externo y a través de ella el niño podía comenzar a constituir la objetividad de éste.”
Mas tarde, en 1968, Bowlby define que como consecuencia de la interacción del bebé con la madre, se crean sistemas de conducta  y de creación de vínculos en los primeros 8 a 36 meses de edad.
Los psicoanalistas Ainsworth, Blewar, Waters y Wall, expusieron los patrones más importantes del apego y las condiciones familiares que lo determinan, estos son:
  • Apego seguro: los niños son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad.
  • Apego evasivo: los niños con estilos de apego evasivo, exhiben un aparente desinterés y desapego a la presencia de sus cuidadores durante períodos de angustia. Estos niños tienen poca confianza en que serán ayudados, poseen inseguridad hacia los demás, miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados de los otros.
  • Apego ansioso-ambivalente: estos niños  responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia.