La crianza del
niño es un factor fundamental para el pleno desarrollo del mismo, que marcará
en gran medida su interrelación con los demás (entorno laboral, sentimental y
constitución de su propia familia), estimulando su inteligencia emocional. A
través de la educación, en el entorno familiar se crea y modela la personalidad tanto en el plano
físico, como espiritual. Cada miembro de la familia tiene un rol que desempeñar
en la formación de menor, no solo el rol de padre/madre, sino el resto de las
personas que la integran, participan en la creación de códigos que a través de la crianza se
desarrollan y complejizan en el ser humano en formación y delimitará sus
profundidad cognitiva, su escala de
valores, su visión sobre la vida, y por añadidura la manera en que asimila el proceso
salud, enfermedad e incluso la muerte. Ya que el aspecto cognitivo es crucial en la
interpretación de la enfermedad, la función educadora de la familia no cesa
durante la hospitalización, fuera de todas las limitaciones y de la
participación de otros individuos (personal sanitario), sino que por el propio rol de esta, su
función se potencia, cabe sobre esto recalcar el concepto de paternidad comprometida a
entender de Doherty y Erikson ayuda a entender de manera general las pautas de
una crianza responsable, a saber:
- Tener sentimientos y
conductas responsables respecto del hijo.
- Sentirse
emocionalmente comprometido.
- Ser físicamente
accesible.
- Ofrecer apoyo material
para sustentar las necesidades del niño.
- Ejercer influencia en
las decisiones relativas a la crianza del hijo.