Emociones de un niño hospitalizado

El niño por su estado de independencia e inmadurez emocional se encuentra particularmente vulnerable, al someterse a una hospitalización. A pesar de no contar aún con herramientas suficientes para deconstruir  todos los procesos emocionales involucrados en la hospitalización si es capaz a través de las alteraciones de la dinámica familiar,  de percibir la situación como hostil (se introduce en un ambiente extraño, y en ocasiones se ve sometido al padecimiento de dolor y modificaciones de patrones de vida irregulares respecto a los habituales), que se expresa de manera negativa en la primera etapa de enfrentamiento a la hospitalización.

Las reacciones emocionales que se expresan en el niño, se encuentran en correspondencia de su desarrollo psicomotor  y cognitivo así como, la naturaleza de la enfermedad, la duración de la hospitalización, experiencias previas en hospitales y con médicos, la ubicación de la curación, comprensión de lo que les ocurre, el lenguaje que con él se utilice, la edad, sexo y desarrollo. Rodriguez-Sacristan las divide en reacciones de adaptación, defensivas, reacciones de inadaptación y desajuste y reacciones construidas por experiencias mixtas emotivo-cognitivas. Por su importancia, estas se citan a continuación:

·       REACCIONES DE ADAPTACIÓN: oposición, rebeldía, ira, sumisión, colaboración o inhibición.

 ·        REACCIONES DEFENSIVAS: Regresión a etapas anteriores del desarrollo, negación o identificación (“no son ellos, soy yo”).

 ·        REACCIONES CONSTRUÍDAS POR EXPERIENCIAS MIXTAS EMOTIVO-COGNITIVAS: temor a la muerte, sentimiento de culpa, sentimiento de impotencia, descenso de la autoestima, vivencias de abandono, vivencias de fragmentación, mutilación y aniquilación.

 ·        REACCIONES DE INADAPTACIÓN Y DESAJUSTE: angustia patológica, reacciones neurológicas (fobias, histeria, conversión, obsesiones), reacciones depresivas, reacciones anormales.


La forma en que estas reacciones se expresan también están condicionadas por el desarrollo psicomotor y a su vez determinan la manera del percibir la hospitalización, muchos autores citan a Rodríguez, quien establece diferencias concretas según la etapa del desarrollo a saber:

Para el caso del paciente neonatal (menor de 6 meses), la expresión principal es el llanto continuo ante la ausencia de  sus padres (fuera de su entorno visual). En tal caso, el paciente no percibe como tal la hospitalización ni la enfermedad, el cambio emocional se establece a partir de la ausencia de los padres. En el Lactante (mayor de 6 meses), la separación de los padres y la ruptura de su rutina se expresan a partir de angustia y miedo. Se pueden observar  los comportamientos siguientes:

  • Llama a sus padres a gritos de forma continuada.
  • Se experimentan perdidas de habilidades del niño.
En la etapa entre 1 y 3 años también está expuesto al miedo derivado de la  separación y abandono de sus padres. En esta etapa se expresan los máximos de angustia con los siguientes posibles comportamiento:

  • El menor presenta aburrimiento, aislamiento, soledad y depresión.
  • Se presentan rabietas.
  • Al cambio de rutinas, el niño reacciona con regresión.
  • El niño trata de ser independiente.
Cuando el paciente posee más de 3 años, la complejidad mayor de las emociones produce una gama más extensa de comportamientos, según Ortigosa:

  • El niño considera la enfermedad como un castigo por haber hecho algo más.
  • Experimenta miedo al dolor o lesión corporal.
  • Una mejor tolerancia a la separación de los padres.
  • Experimentan episodios de rechazo a los padres, este rechazo deriva de que el niño culpa de todo el miedo, angustia y dolor a sus padres.
Ya en los escolares, se consolidan otros posibles comportamientos presentes en otras etapas, como la preocupación por la separación de su familia, amigos y compañeros de colegio y aparecen otras como, hostilidad, depresión,  frustración y  el temor por la naturaleza física del dolor.