La higiene mental

La higiene mental es la capacidad de pensar, de sentir y de amar que permite llevar una vida autónoma, solidaria y gozosa. Por lo tanto, incluye la capacidad de ser querido, tener autoestima, de poder dar afecto y de tener pensamientos, emociones y convicciones positivas.
Pero la higiene mental abarca también la adaptación adecuada a los estímulos o tensiones a que siempre está sujeta a la persona a lo largo de su vida. En esta línea, cabe recordar que el estrés es la respuesta fisiológica, psicológica y conductual a las tensiones externas (ruido, tráfico, horario de trabajo) e internas (frustración, ansiedad, personalidad de tipo A). Cuando el individuo se adapta bien a estos factores, vive un estrés positivo, que se caracteriza por tener vitalidad, entusiasmo, optimismo, resistencia a las enfermedades, fuerza física, lucidez mental, creatividad, alta productividad y relaciones humanas adecuadas.
Por el contrario, cuando no se adapta bien, vive un estrés negativo, que desencadena fatiga, irritabilidad, pesimismo, falta de concentración, enfermedades, accidentes, baja creatividad y productividad y dificultades de comunicación.
Los temas que se tratan en este capítulo son la higiene del estrés, la relajación
y otras terapias.
FISIOPATOLOGÍA DEL ESTRÉS
El estrés agudo se caracteriza por no activar el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, y dura generalmente menos de un mes. Por el contrario, el estrés crónico sí estimula el eje neuronal. El eje neural comprende el sistema nervioso periférico y el autónomo, generalmente el simpático.
El efecto más inmediato es la tensión muscular y otros, como la taquicardia, la
taquipnea, la disminución del riego sanguíneo en la piel, los aparatos digestivo, urinario y otros. Hay también un aumento breve de la tensión arterial por vasoconstricción secundaria a la liberación de endotelina. Además del eje hipotálamo-hipofíticadrenal, en el estrés crónico se estimulan otros dos ejes:
a) Eje neuroendocrino: está formado por locus ceruleus y los grupos celulares noradrenérgicos de la médula y del puente cerebral; segregan adrenalina y noradrenalina. Las consecuencias son:
·        Aumento de la tensión arterial, de la frecuencia cardiaca, del volumen-minuto y de la frecuencia respiratoria, con ahogo.
·        Tensión muscular, sequedad de boca, formación de trombosis y arritmias.
·        Incremento de la liberación de los opiáceos endógenos, los ácidos grasos
y colesterol.
·        Disminución del flujo sanguíneo en diferentes sistemas (piel, riñón).

b) Eje endocrino: el núcleo paraventricular del hipotálamo (hipocampo) segrega la hormona liberadora de la corticotropina, que es la que activa el sistema hipotálamo-hipofisario-adrenal. Aumenta la concentración de ACTH (corticotropina de la hipófisis) y del cortisol, se reduce la hormona del crecimiento, la TRH y el TSH. Los efectos resultantes son:

·        Incremento de la Glucogénesis-con la hiperglucemia secundaria-, los depósitos de grasas, producción de urea, ácidos grasos libres, irritación gástrica y de la susceptibilidad a la arteriosclerosis con la necrosis de miocardio.
 
·        Reducción de la inmunidad (número y función de los leucocitos, producción de citocinas y otros), del hambre, de las hormonas sexuales, del crecimiento y de la función tiroidea.
 
·        Desarrollo de más preocupaciones, desorientación, irritabilidad, desconfianza, mal humor, apatía, incertidumbre, olvidos frecuentes, pérdida de concentración, de atención y de la capacidad de enfrentamiento y de tomar decisiones.
Los ejes endocrino y neuroendocrino están interconectados de manera que se
potencian. Pero, además, hay otros interconexiones:
 ·        A nivel de microscopía ha descubierto que en el espacio intercelular o extracelular hay una proximidad física entre las terminaciones del sistema nervioso, los linfocitos y otras células inmunitarias, las  hormonas y los capilares de vasos sanguíneos y linfáticos, y se ha descubierto que los leucocitos tienen receptores para péptidos opioides, como endorfinas, adrenalina, noradrenalina, acetilcolina, prolactina, ACTH, hormona del crecimiento, TRH y otras hormonas. Esta es la basecientífica de una nueva ciencia creada en el siglo XX, llamada psiconeuroinmunología; se basa en la estrecha relación entre la mente (pensamientos o cogniciones), las emociones y los sistemas fisiológicos del cuerpo (endocrino e inmunológico, principalmente).
 
·        El «cerebro cognitivo» (hemisferio cerebral izquierdo), que regula las funciones intelectuales de la persona, está conectado con el «cerebro emocional» (Hemisferio cerebral derecho), que controla las emociones, la intuición, la visualización y la creatividad; este último cerebro está relacionado con el sistema nervioso vegetativo. Por tanto, los pensamientos tienen influencia sobre las emociones y sobre las manifestaciones vegetativas corporales.