Ejercicio fisico

En los últimos 75 años, la actividad física se ha reducido de manera espectacular en el mundo occidental, debido a los cambios de la actividad laboral y el tiempo libre, en el que predominan las tareas de ocio sedentarias (televisión, Internet, etc.). Cabe que el gasto energético diario se ha reducido en unas 800 kcal / día por persona, y que en Estados Unidos, actualmente, el 60% de la población es sedentaria, el 10% hace actividad física de manera irregular, y solo el 30% hace regularmente.
Este cambio tan importante de estilo de vida se ha asociado a un aumento de las tasas de cardiopatía isquémica, ictus, diversos tipos de cáncer, obesidad, diabetes de tipo 2, hipertensión arterial, dislipemias, osteoporosis, colecistectomía y hospitalizaciones; además, también aumenta la tasa de mortalidad precoz y global (evidencia III).
Fundamentos del ejercicio físico
-      La acción beneficiosa de la actividad física es general sobre todo el cuerpo para actúa modificando la fisiología y la bioquímica celular, pero es más evidente en las partes del cuerpo que se activan durante la práctica del ejercicio, como los músculos, los huesos, las articulaciones, el sistema circulatorio o el metabolismo.  Porque sus efectos beneficiosos persistan, el ejercicio físico debe ser regular en la intensidad, la frecuencia y la duración (y en este orden). La práctica del ejercicio es la mejor manera para mantener la capacidad funcional de la persona y para prevenir la incapacidad como consecuencia del envejecimiento y las enfermedades crónicas.
 
-      El tipo de ejercicio que se ha estudiado más como saludable es el aeróbic o dinámico, que moviliza grandes grupos musculares de forma rítmica. Hay menos información sobre los beneficios del ejercicio de resistencia o isométrico, como subir pesas. A la hora de elegir el ejercicio idóneo para cada uno, hay que valorar los antecedentes  médicos de la persona, su condición física y también sus gustos.
 
-      La cantidad de ejercicio que se aconseja-producto de la intensidad y la duración es la que consigue quemar 1.000 kcal / semana.
 
-      La intensidad adecuada para poder obtener los beneficios que se comentarán es la que alcanza el 50-70% de la capacidad máxima aeróbica, medida en consumo de O2 o el 60-80% de la frecuencia cardiaca máxima. Los valores inferiores de cada rango son apropiados para las personas mayores. En este colectivo, así como con las personas sedentarias no entrenadas, las diabéticas y los individuos con riesgo cardiovascular alto, hay que empezar por actividades de intensidad baja durante 15-30 minutos / día e ir aumentando la duración durante unos meses, y que el margen terapéutico entre la actividad saludable y la actividad excesiva es estrecho. Por ejemplo, el efecto antioxidante del ejercicio solamente se observa con intensidades no excesivas. De manera práctica, si el ejercicio produce confort, seguro que se ha hecho con la intensidad adecuada.
 
-      La duración del ejercicio será, una vez hecha la progresión mencionada, de 30 a 60 minutos al día y 3 a 5 días por semana. Durante el día, se puede dividir la actividad en sesiones de 10 minutos o más.
 
-      Los efectos secundarios de la actividad física excesiva son las lesiones traumáticas o los episodios cardíacos agudos.
 
-      La prescripción de la actividad física implica seguir los siguientes pasos en toda persona de más de 40 años:
- Anamnesis completa, exploración física.
 
- Prueba de esfuerzo en los pacientes con factores de riesgo de padecer trastornos cardiovasculares.
- Respetar las contraindicaciones
Beneficios del ejercicio físico moderado
Los beneficios de practicar ejercicio de forma moderada son los siguientes:
·        Reducción del 10% de la mortalidad por todas las causas, reducción del 20% de las enfermedades cardiovasculares y aumento de la supervivencia.
 
·        Prevención de la cardiopatía isquémica. Hay una relación inversa entre los episodios cardíacos y la cantidad de ejercicio realizado en kcal / semana; parece que tanto se vale si el ejercicio es de intensidad baja como moderada.
 
·        Reducción de la frecuencia cardíaca y de las arritmias ventriculares. Aumento del gasto cardíaco y de la oxigenación corporal, y aumento de la excreción de tóxicos.
 
·        Prevención y tratamiento de la hipertensión arterial. Las personas que hacen ejercicio tienen cifras de tensión arterial basal más bajas, concretamente de 3 a 4 mm Hg menos, respecto de las sedentarias.  Este fenómeno se ha observado tanto en el ejercicio aeróbico como en el de resistencia.
 
·        Tratamiento de las dislipemias. La práctica de ejercicio aeróbico durante varios meses aumenta en un 5% la cifra de colesterol-HDL y reduce en 5 y 4%, respectivamente, las cifras de colesterol-LDL y triglicéridos, en personas previamente sedentarias. Estos cambios aumentan más si las personas reducen el consumo de grasas saturadas y pierden peso. Con el ejercicio isotónico los cambios lipídicos son menores.
 
·        Prevención secundaria y rehabilitación en la cardiopatía isquémica, tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia disminuyen la mortalidad cardiaca en un 20%
 
·        Prevención primaria y rehabilitación del ictus. El ejercicio regular disminuye los factores de riesgo de sufrir un accidente vascular cerebral (AVC) y otras como la resistencia a la insulina y los factores de la coagulación, y aumenta los sistemas de antioxidantes endógenos.
 
·        Mejora de la clínica del fenómeno de Raynaud.
·        Tratamiento y rehabilitación de la arteriopatía periférica. En la claudicación intermitente el ejercicio aeróbico aumenta la distancia de marcha sin dolor (evidencia. No se ha observado este beneficio con el ejercicio de resistencia.
·        Prevención y tratamiento de la obesidad.
 
·        El ejercicio aeróbico mejora la composición del cuerpo: aumenta el tejido muscular y disminuye el adiposo. Estos cambios no son tan evidentes con el ejercicio de resistencia.
·        Si hay diferencia evidente en el mantenimiento del peso alcanzado por la dieta, haciendo ejercicio consigue evitar el aumento posterior de peso . Para ello, la duración del ejercicio debe ser superior al estándar, de 60 a 90 minutos cada día de tipo moderado. Si la intensidad del ejercicio es menor, hay que aumentar su duración.
 
·        Prevención y tratamiento de la diabetes de tipo 2 y del síndrome metabólico. La prevención de la diabetes es más evidente en la población con más riesgo para la enfermedad, como los que tienen intolerancia a la glucosa.
 
Además, la actividad física reduce la resistencia a la insulina, la insulinemia y la fibrinogenèmia, y mejora la intolerancia a la glucosa. Con el ejercicio, se reduce la cifra de hemoglobina glicada en 0,7, cifra no despreciable si la comparamos con el efecto de los hipoglucémicos orales (reducción de 1 a 2).
El ejercicio también es útil en la prevención de las complicaciones de la diabetes.
Ahora bien, en la diabetes el riesgo de complicaciones por el ejercicio aumenta, como la hipoglucemia en las personas que toman hipoglucémicos.
 ·        Tratamiento de la diabetes de tipo 1. La actividad regular debe formar parte de su plan de vida, ya que mejora el control glucémico. No obstante ello, la posibilidad de la aparición de complicaciones a causa de la diabetes se ha tener en cuenta en el momento de indicar el tipo de ejercicio.
 
·        Prevención de la osteoporosis. El aumento de la masa ósea propia de la infancia y de la adolescencia se incrementa con el ejercicio regular. La sobrecarga intermitente sobre el hueso hace reforzar su estructura al microscopio. En mujeres posmenopáusicas, la actividad física provoca un aumento de la densidad ósea en la columna vertebral y en el cuello del fémur, así como en la columna lumbar, en un 1% anual. En las mujeres premenopáusicas y en los hombres se ha observado el aumento de la masa ósea.  
·        Hay una reducción del riesgo de sufrir fracturas osteoporóticas y caídas. Además, con el ejercicio, mejora el equilibrio, la flexibilidad y la fuerza muscular y de las articulaciones.
 
·        Disminución del dolor y de la incapacidad funcional para la artrosis de la cadera y del rodilla. El efecto analgésico del ejercicio se produce por el aumento de la liberación de endorfinas. Ahora bien, las actividades de la vida diaria son suficientes para conseguir una liberación adecuado. La prescripción de actividad física que incluya ejercicio de fortalecimiento y de flexibilidad mejora la capacidad funcional de todo el cuerpo.
 
·        Mejora de la clínica de fibromialgia y del síndrome de fatiga crónica.
 
·        Reducción de la clínica en la hipertrofia prostática benigna.
 
·        La instauración precoz de la actividad física ordinaria es más beneficiosa que el reposo en la cama en los episodios de lumbalgia aguda. Esta acción no se observa en la ciatalgia aguda.
 
·        Rehabilitación de la lumbalgia crónica. El ejercicio practicado con regularidad es más importante que otros tratamientos en la rehabilitación de la lumbalgia crónica.
 
·        Mejora de la cervicalgia crónica, con o sin cefalea.
 
·        Mejora de la capacidad cardiovascular en los pacientes asmáticos.
 
·         Incremento de la capacidad funcional en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Además, aumenta la calidad de vida y reduce la disnea.
 
·        Mejora de la salud mental. Así, se observa reducción de la ansiedad y de la fatiga crónica y mejora del estado de ánimo en la población general y vieja, respectivamente. Mejoran los síntomas de la depresión de forma similar a la terapia cognitiva. El ejercicio favorece la liberación de endorfinas la relajación muscular y mental y mejora la autoimagen corporal. En los pacientes deprimidos, la práctica de actividad física que sea agradable parece ser positiva en su estado de ánimo. También, fomenta la autoestima, la relajación y la capacidad para hacer frente al estrés, reduciendo la ansiedad secundaria al estrés ordinario.  El efecto de la actividad sobre el estrés se debe a la acción sobre el eje hipotalámico-hipofissari-adrenal.
 
·        Mejora de la función cognitiva en las personas mayores.
·        Prevención primaria de diversos tumores malignos. Las personas que hacen actividad moderada tienen una reducción de la incidencia del cáncer de colon y de mama respecto a los sedentarios. El mecanismo principal por el que el ejercicio haría esta prevención sería por estimulación del sistema inmunitario: se observado aumento de la actividad de los macrófagos, del linfocitos activados y de las células killer. Además, el ejercicio estimula el peristaltismo intestinal e induce cambios hormonales. Se ha sugerido que la práctica de ejercicio puede disminuir la incidencia de neoplasias de próstata, de páncreas y de endometrio.
 
·        Tratamiento del insomnio. Tiene efectos positivos tanto en el insomnio de conciliación como de mantenimiento, así, por ejemplo, aumenta el periodo de sueño profundo y reduce la fase REM. Los efectos son tanto a corto plazo como a largo plazo
 
·        Éxito de los programas de cesación tabáquica.
 
·        Otros: hay que facilitar la función digestiva y la mejora de la función inmunitaria. Además, parece que el ejercicio isotónico solo o asociado a la aeróbico es beneficioso para las personas VIH +.