Deporte en la edad escolar para prevenir la obesidad

Ya hace tiempo que desde los sectores sanitario y educativo avisa del aumento del sedentarismo y de su relación con los índices de obesidad en la infancia y la adolescencia. Aunque los casos de obesidad son de etiología compleja, donde intervienen factores endocrinos, metabólicos y genéticos, una alimentación adecuada y la práctica regular de actividad física y deporte son dos de las claves a la hora de afrontar este problema. Tanto una como la otra han de aprender y adquirir en edades muchos tempranas, si es que lo que se pretende es lograr la adherencia a un estilo de vida saludable. La escuela y la familia convierten en este caso agentes responsables en la transmisión de estos hábitos.
Paralelamente, los trastornos del comportamiento alimentario (TCA) comparten un campo común con la obesidad, como las pautas alimentarias y los hábitos. A pesar de que los factores nutricionales sean agentes destacados tanto en la obesidad como en los TCA, debemos tener cuidado de no caer en la estigmatización de las personas gordas, atribuyéndolas a ella unos presupuestos valores de pereza, falta de autocontrol o desidia. La teoría del set point contradice que las personas obesas sean las únicas responsables de su estado, además, los pésimos resultados a largo plazo de las dietas por arrimarse, desmiente el hecho de que cada uno adelgaza cuando quiere y como quiere, lo cual hace pensar que los beneficios que obtiene la industria del adelgazamiento probablemente puedan jugar un papel en el que estos mitos se mantengan y difundan (Raich, 1994,)
La obesidad tiene consecuencias negativas sobre la salud y sobre la calidad de vida, tanto por circunstancias más de tipo médico, como por otros de índole psicosocial. No en vano, la obesidad infantil está en el origen de los trastornos físicos y psicológicos, que tienden a perpetuarse, lo que conlleva graves repercusiones sobre la morbilidad y la mortalidad en la vida adulta.

La situación no ha mejorado, y actualmente somos uno de los países de la Unión Europea con mayor porcentaje de obesidad infantil. Según datos recientes, se estima que el Estado español llega al 16,1% en la población de 6 a 12 años, y que entre 1985 y 2000 los casos de obesidad se han triplicado (Gussinyer y otros, 2008, 245).
Aparte de los numerosos problemas de carácter más físico, como es sabido, la obesidad infantil tiene un gran impacto sobre la salud emocional y social. Según recoge que efectúa Aranceta (2008, 221), puede causar baja autoestima, imagen corporal negativa, depresión, estigmatización, estereotipos negativos, bromas y bullying o marginación y aislamiento; elementos que también desgraciadamente también comparten con los TCA.

Beneficios de la actividad física en la salud de los niños y adolescentes

Los beneficios que la actividad física y el deporte aportan a la salud de los niños y la juventud no sólo se reducen a la prevención de la obesidad: las ventajas son tanto de carácter físico, como psicológico y socializador. Físicamente, mediante el movimiento y la actividad física a través del juego, se pueden trabajar desde la primaria las habilidades motrices básicas y la condición física de base, así como también se consigue una mejora en la calidad de vida y el fomento de unos hábitos positivos en cuanto a la salud y la higiene.

Desde el punto de vista psicológico, la práctica regular de actividad física favorece la liberación de encefalinas y endorfinas, hormonas que hacen experimentar sensaciones de bienestar y relajación. No es difícil establecer una relación directa entre este factor y la necesidad de atención y concentración que los alumnos necesitan a la hora de afrontar sus tareas escolares. No menos importante es la transmisión de valores como el compañerismo, el respeto, la empatía, el juego limpio, el trabajo en equipo, entre otros. Todos estos valores se fomentan de manera especial a las sesiones de Educación Física debido a la idiosincrasia de la propia asignatura, representando algo imprescindible en el proceso de socialización del alumnado, futuros adultos y ciudadanos responsables del mañana.

También cabe destacar, estrechamente unido a los intereses económicos que se mezclan, lo que muy acertadamente De Moragas (en Vilar, 2005, 191) llama la telenovelización del deporte, donde la vida privada de los deportistas toma la relevancia social en su práctica deportiva.
El deporte y el área de educación física no sólo nos sirven para incidir de forma más "directa" sobre el bienestar de nuestros niños y jóvenes. A nadie se le escapa, la gran trascendencia social que tiene el deporte, lo que convierte también en un medio idóneo para trabajar la educación para la comunicación.
Por otro lado, entendemos que el deporte escolar está un poco en crisis. En ocasiones por la falta de demanda dentro del mismo centro escolar, ya que puede ser un centro escolar con un número no muy grande de alumnado, o que buena parte del mismo ya juegue en niveles que antes llamábamos "federados", o sea ​​los que aspiraban a hacer carrera en el deporte de forma más o menos seria, la gente en teoría más válida y / o motivada para continuar practicando ese deporte; por lo que cuesta encontrar monitorización cualificado, personas que laboren, etc.
Pero, no quiere decir esto que todo se pueda conseguir desde la Educación Física y la escuela. Evidentemente, más horas de Educación Física en los centros no será la solución definitiva a los posibles problemas de salud del alumnado. Las familias y sus hábitos son tanto o más importantes que lo que puedan hacer los profesionales de la educación y el deporte, por lo que es igualmente necesaria una  relación familia-escuela permanente, donde todos los adultos trabajamos en una por el óptimo desarrollo global de niños y jóvenes.