Deporte de ocio

El ser humano es un ser activo por naturaleza. Ya desde tiempos remotos la dedicación a la caza, a la agricultura, la pesca o la ganadería... implicaba una importante carga de actividad física, obviamente necesaria para la supervivencia humana. Con el paso del tiempo, estas actividades han ido menguante dejando lugar ahora a profesiones mayoritariamente sedentarias que absorben en gran medida, a la sazón que evolutivamente Necesitaríamos dedicar al movimiento de nuestro cuerpo.
Ante la era informática y de las nuevas tecnologías, nuestra trabajo cotidiano se basa casi en su totalidad en un consumo de energía mental, pero no física. Ahora bien, como que nuestro cerebro ha formado desde la prehistoria, ha adaptado su estructura y su funcionamiento a una actividad físico-motora que resulta necesaria para el funcionamiento óptimo hormonal y los neurotransmisores.
El tiempo de dedicación al movimiento físico ha disminuido mucho en muy pocos años, dando lugar a una necesidad natural inherente al ser humano: el movimiento, la acción. Nace entonces una nueva forma de entender el deporte. La cultura del deporte entendida como un modelo de culto al cuerpo y de culto a la salud física y psicológica, como un modelo de autocuidado necesaria para hacer frente a las demandas cotidianas y para poder al mismo tiempo disfrutar de una mejor condición física y emocional.
El espacio de culto al cuerpo, la actividad física y de la salud, el deporte de ocio y la competición deportiva, se sitúan en un contexto totalmente independiente del alto rendimiento deportivo. Este último remonta sus orígenes en la Antigua Grecia, y toma un valor de mérito deportivo y de espectáculo. De este modo, la psicología deportiva tiene en cuenta, además del entrenamiento mental para los deportistas de alto nivel, el seguimiento de todas estas vertientes deportivas tanto importantes para el ser humano, procurando extraer el máximo beneficio psicológico para cada uno de los deportistas, adecuándolos en un contexto de estilo de vida saludable y garantizando su bienestar personal y su salud.
Los beneficios que la práctica del deporte nos aporta, no sólo quedan en la disposición orgánica, sino que trascienden en el beneficio psicológico, en el bienestar personal, en la regulación emocional y en la mejora de los vínculos sociales, como vemos a continuación.
El deporte de ocio:
El deporte por ocio es una de las formas más comunes de practicar deporte. De hecho, todos los niños y niñas practican deporte para divertirse! Ahora bien, también los adultos hemos descubierto que a través del juego, de la aventura, de la experiencia, de la exploración, del aprendizaje de nuevas capacidades... sentimos una liberación y un beneficio inmediato en nuestro estado personal.
Tanto es así que, gran parte del tiempo libre que disponemos lo dedicamos a disfrutar de la práctica de actividades físico-deportivas que nos motivan, que nos gustan, ya sea: salir en bicicleta, patinar por la orilla del mar, jugar al tenis, montar a caballo, esquiar, hacer excursiones, escalar, jugar al golf o navegar ... e igual que planteamos salidas de aventura por: probar el rafting, los barrancos, la btt, el parapente, el salto libre y un largo etcétera ...
Hay una extensa lista de actividades que a menudo practicamos para pasárnoslo lo bien, para desconectar de la rutina diaria y para permitir a nuestro cuerpo oír nuevas sensaciones y nuevas emociones.
Pero, ¿cuáles son los beneficios psicológicos de hacer del deporte una fuente de ocio?
Produce una sensación inmediata de liberación y relajación.
La diversión aligera la presión y el estrés cotidiano.
Fomenta la convivencia y alimenta los vínculos afectivos entre los participantes.
Fomenta la ilusión y la motivación para conseguir nuevos retos en la vida cotidiana.
Genera emociones positivas, bienestar personal y mejora del estado de ánimo general.
Estimula la participación y la iniciativa.
Estimula el afán de trabajo en grupo.
Canaliza la agresividad