Demencias: definición, tipos, etiología y prevalencia

La demencia es un síndrome originada por una enfermedad progresiva y crónica del sistema nervioso central que afecta varias funciones cognitivas superiores (DSM-IV - TR, 2000). La capacidad de la persona para realizar las actividades cotidianas se reduce y aparecen problemas de personalidad y conducta que afectan tanto  la persona que la padece como su entorno familiar.

Se conocen hasta 100 tipos de demencia diferentes. Atendiendo a su prevalencia, el tipo más común de demencia, que representa un 60% de todos los casos, es la enfermedad de Alzheimer. Esta enfermedad afecta, actualmente, el 5-7% de las personas mayores de 65 años y casi la mitad de los mayores de 85. Otros tipos comunes incluyen la demencia vascular, la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia frontotemporal (Wimo y Prince, 2010). La enfermedad de Alzheimer es, actualmente, la causa de invalidez, dependencia y mortalidad más frecuente entre las personas mayores (Alzheimer Europa, 2012)
 
Actualmente, en España, hay unos 650.000 casos, se diagnostican más de 100.000 cada año y se espera que en el año 2020 su prevalencia haya duplicado (Fundación Alzheimer España, 2010). Nos encontramos, por tanto, ante una enfermedad que no solamente tiene un fuerte impacto en la persona diagnosticada y en su entorno inmediato, sino que también representa importantes retos sociales.
La persona diagnosticada con demencia y sus cuidadores deben afrontar las transformaciones que conlleva la enfermedad a nivel cognitivo, físico, emocional y social, lo que impacta negativamente en su calidad de vida. Los problemas comienzan antes del mismo diagnóstico, cuando generalmente se producen pérdidas de algunas funciones cognitivas, como la memoria inmediata y reciente, la orientación y la atención o concentración, que pueden angustiar ya menudo deprimir la persona (Porcel, Ferrer y Maños, 2004), aunque estas se manifiestan en diferentes grados a lo largo de la enfermedad.
Durante la fase inicial aparecen, progresivamente, dificultades para reconocer objetos o para hacer movimientos adquiridos, hechos que dificultan la realización de las actividades básicas de la vida diaria, comenzando a manifestarse cierto grado de dependencia. En la fase intermedia, de manera progresiva pero variable, también se va produciendo un deterioro físico, a la vez psíquico, que hace que el nivel de dependencia vaya en aumento: desorientación, miedo, pérdida de la comunicación, de las relaciones interpersonales, de la autoestima y cambios importantes de conducta; comienza la incontinencia y la invalidez.
En la fase final, aunque se preserva la capacidad de llevar y recibir afecto, la dependencia ya es total y la relación con los demás se pierde. También forman parte de las demencias los problemas conductuales (irritabilidad, agresividad, agitación, cambios de humor) y de personalidad. Las complicaciones físicas
suelen ser la causa de la muerte (Porcel, Ferrer y Mañós, 2004).
En todas las fases de la demencia es muy importante satisfacer las diversas necesidades, teniendo presente que la persona tiene la capacidad de aprender, de pensar, de experimentar sensaciones y de sentirse amada y cuidada (Olazar y otros, 2010).
Tratamientos psicosociales
La atención de una persona con demencia requiere dos tipos de intervenciones: los cuidados formales o informales que recibe de los profesionales sanitarios o de la misma familia o cuidadores, y los tratamientos farmacológicos y psicosociales-actualmente denominados tratamientos biopsicosociales. Los tratamientos biopsicosociales enriquecen y aportan racionalidad a los cuidados de la persona con demencia debido a que tienen una base científica (De la Vega y Zambrano, 2007).
Diferentes profesionales sanitarios, y muy especialmente la industria farmacéutica, están destinando grandes recursos a la búsqueda de tratamientos biopsicosociales que ayuden a paliar los efectos de esta enfermedad (Muñiz y Olazar, 2010).
Nosotros, en este artículo, abordaremos los tratamientos psicosociales que se basan fundamentalmente en mejorar la vida de las personas con demencia y  su familia. Desde hace varias décadas se utilizan los llamados tratamientos no farmacológicos (TNF). Los TNF se definen como una intervención no química, teóricamente sustentada, focalizada y replicable, realizada sobre el paciente o el cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio relevante (Muñiz, y Olazar, 2010).
Estos tratamientos comenzaron a aplicarse de manera sistemática, a partir de la década de los ochenta, en las demencias por parte de equipos interdisciplinarios con un intento de paliar los efectos de estos procesos, mejorando la calidad de vida de las personas afectadas (Tárraga-Mestres, 1998).

Hay múltiples TNF orientados al enfermo o dirigidos los cuidadores familiares o profesionales (Olazar, 2010). Los tratamientos más efectivos son:
Musicoterapia
Reminiscencia
Entrenamiento AVD
(Actividades de la vida diaria)
Actividades lúdicas
Estimulación multisensorial
Validación
Relajación muscular