Con relación al tema, las creencias han sido
definidas como “configuraciones cognitivas personalmente formadas o
culturalmente compartidas”
Dentro de la literatura al respecto, se han
identificado tres niveles distintos de análisis: estructuras cognitivas,
procesos cognitivos y productos cognitivos. (Arnkoff y Glass, 1982; Turk y
Salovey, 1985).
- Esquemas cognitivos: son estructuras
cognitivas que permiten clasificar y ordenar la información y todo el
conocimiento que hemos ido acumulando a través de nuestras experiencias
pasadas, o con la observación de lo que otras personas han experimentado previamente.
Las creencias formarían parte de los esquemas cognitivos.
- Procesos cognitivos: a través de los procesos
cognitivos los individuos manipulan la información y están influidos por
los esquemas cognitivos.
- Contenido cognitivo: son considerados como el resultado final (productos cognitivos) del procesamiento de la información (Hollon y Kriss, 1984). Dentro del contenido cognitivo se incluyen las estrategias de afrontamiento cognitivas.
Se ha
de destacar la creencia sobre el control, que ha sido el más investigado, de
estas investigaciones se ha concluido lo siguiente:
- Un locus de control
interno se relación con una adaptación más positiva al dolor.
- Un locus de control externo se asocia a una peor adaptación. (Crisson y Keefe, 1988)
En este
sentido aquellos pacientes que tienen una percepción de control tienen una
mejor adaptación al dolor, en este sentido, los estudios afirman que la incontrolabilidad aumenta la intensidad de
dolor en el paciente.
Un tipo
de creencias de especial interés y a las que se les ha dedicado mucha atención
son las expectativas
Varias
investigaciones se han centrado en el estudio de la asociación entre
expectativa y adaptación dentro del ámbito del dolor crónico. Entre ellas,
comentar los resultados encontrados por Loring Chastain, Ung, Shoor y Holman
(1989), donde las creencias de pacientes con artritis reumática sobre sus
capacidades para realizar ciertas actividades diarias, fueron asociadas
negativamente con los niveles de incapacidad que manifestaban. Otros estudio
muestran como a pacientes a quienes se les asignaron ejercicios físicos como
parte de un programa de rehabilitación, aumentaron la eficacia para realizar
actividades y disminuyeron las puntuaciones relacionadas con el dolor,
encontrándose correlaciones significativas entre autoeficacia y aumento en el
nivel de ejercicios (Dolce,
Crocker
y Doleys, 1986). En otro estudio con pacientes aquejados de dolor crónico,
Council, Ahern, Follick y Kline (1988) obtuvieron que las valoraciones que
estos pacientes realizaban sobre la propia capacidad para realizar 10
movimientos simples, estaba positivamente relacionada con una mejora observada
en los movimientos, y negativamente asociada con las conductas de dolor y las
comunicaciones de los pacientes sobre la gravedad del dolor.