Consejos para ayudar al niño hospitalizado a recuperarse

Como  se ha visto, independientemente de todos las implicaciones negativas que en el  aspecto emocional trae aparejada  la hospitalización ya sea prolongada o no, la necesidad de requerir servicios médicos a diferentes niveles de atención dada la entidad nosológica que se presente, las acciones de salud ya sean diagnosticas o terapéuticas, resultan imprescindibles para la recuperación o estabilización del paciente. Más allá de los esfuerzos que se realizan por modificar la estética de las instituciones pediátricas, las experiencias siguen resultando chocantes y con impacto en la forma de ver el sistema de salud por parte del paciente y sus acompañantes.  En el caso de las unidades de atención al paciente grave, la necesidad de procederes y acciones propios de esta atención hace que esta percepción de los cuidados de salud resulte doblemente complicada.

Colocando al niño en el centro del problema, se puede ver como este trata de crear códigos que le permitan asimilar la situación nueva a que se enfrenta y con las que en ocasiones no tiene ningún vínculo anterior de asociación. El papel del personal médico, como espacio nuevo tiene un papel crucial en la primera etapa del enfrentamiento a este nuevo ambiente. Ejercer el mencionado derecho a la información acorde a su edad y entendimiento tanto en lo referente a su enfermedad como la importancia de posibles procederes diagnósticos o terapéuticos a los que se enfrentará tienen un valor incalculable a la hora de afrontar  por parte del niño todo lo referente a su nuevo estatus de paciente. Estos y otros factores pueden ser decisivos si queremos evitar una conducta de rechazo por parte del estos niños. Sobre este tema es válido citar a  Villarroya en su  artículo sobre el tema de hospitalización infantil, donde recomienda:

·       Evitar sufrimientos actuales, producto de una comunicación inadecuada o compresión equivocada de la experiencia de enfermedad y hospitalización.

·        Evitar efectos sobre el futuro a corto y a largo plazo o, incluso, considerando que la experiencia del hospital se puede convertir en la base de un problema emocional a lo largo de la vida.

·        Evitar efectos sobre los padres, disminuyendo su preocupación o ansiedad al conocer qué puede comprender y cómo puede reaccionar el niño y adquirir habilidad para comunicarse adecuadamente. Con éste conocimiento estarán mejor preparados para atender y responder las preguntas de sus hijos y clarificar malentendidos sobre la enfermedad y hospitalización.

·       Mejorar la calidad de la asistencia, favoreciendo la aproximación y comunicación adecuada entre el niño y el adolescente enfermo y los profesionales y tener en cuenta la relación entre las creencias y la conducta.

·        Evitar el error de creer que sólo deben tenerse en cuenta los efectos sobre el futuro y no los actuales. Se debe prestar atención a los problemas de la salud de los niños, reconociendo su importancia en esta etapa de la vida y no sólo cuando ellos sean adultos.

Lo mencionado anteriormente  constituye un guía para enfrentar todo lo que se pueda derivar de una hospitalización por parte del niño y sus familiares, en manos de la institución y del personal médico, técnico y de enfermería está la posibilidad de que esta se concrete en acciones directas sobre el paciente.