Barreras en la Administración de Medicamentos.

Tanto el paciente en estado crítico y el medio ambiente en la UCI se prestan para eventos adversos. Se sugiere que los pacientes de UCI son más propensos a sufrir un error médico que otros pacientes hospitalizados. Existen condiciones y procederes que pueden considerarse barreras en la administración de medicamentos que atentan contra la calidad de la atención al enfermo y su seguridad.
Es evidente y existe consenso alrededor del criterio de que una de las barreras que más difícil es de eliminar es la preparación de excelencia de todos aquellos que intervienen en la administración de medicamentos. Existen divergencias de criterios  en relación de quien debe estar mejor preparado que otro cuando en realidad este es un problema multidisciplinario y todos deben estar bien documentados y en disposición de trabajar de manera coordinada.
 
Es relevante analizar que, a menudo, con el alto volumen de medicamentos dispensados en los hospitales, los errores de dispensación son ocasionados por errores de prescripción y  pasan desapercibidos porque el profesional de enfermería encargado de la programación de la medicación, el proceso se automatiza y se obvia esta situación, pero puede tener graves consecuencias, si el personal no tiene la experiencia necesaria ni el conocimiento para detectar si un fármaco se puede administrar por vía venosa o subcutánea y si no conoce de interacciones medicamentosas.

Los estudios que evalúan los efectos adversos de medicación en los pacientes hospitalizados se centran casi exclusivamente en los problemas relacionados con medicamentos ordenados (errores de comisión), frente a los errores de omisión (medicamentos que deberían haber recibido la orden), pero no hubo tal. En estudios realizados y publicados se detectó que en relación con la administración de medicamentos los problemas más frecuentes son de omisión de una o más dosis  (22.1%, rango 5.1-5.8%, 14 estudios.

El entorno de la UCI también crea riesgos particulares para los eventos adversos. Estas unidades son sistemas complejos con componentes múltiples e interdependientes. El trabajo es intenso y acelerado, interrupciones frecuentes y numerosas interacciones. Este tipo de trabajo exige un alto grado de comunicación, coordinación y colaboración para realizar una multitud de procesos.

La falta de comunicación, coordinación y colaboración son barreras en la administración adecuada de medicamentos.

El entorno de trabajo afecta a la administración de medicamentos seguros. La mala iluminación y el ruido pueden afectar la capacidad de realizar una tarea de forma segura. Un mayor nivel de iluminación se asoció con una disminución en la prescripción de errores en la dispensación de los farmacéuticos. En el entorno de la UCI, donde hay numerosas infusiones es necesario el uso de múltiples líneas y tuberías. La distancia o los pasos necesarios para recuperar y administrar los medicamentos pueden influir en el momento de la administración y, como se ha señalado, esto aumentaría la posibilidad de interrupciones y por lo tanto el aumento de los errores.

La alta tasa de eventos adversos a los medicamentos es particularmente desconcertante con la actual escasez de enfermeras, que son los principales responsables de la administración y seguimiento de la terapia farmacológica en los pacientes hospitalizados. Un objetivo importante para los profesionales de la salud tiene por objeto establecer las estructuras y procesos que ayudan a identificar pacientes con riesgo de eventos adversos y el descubrimiento de errores cuando se producen.

La escasez de enfermeras de cuidados críticos y los médicos y la falta de un farmacéutico dedicado a UCI tienen  el potencial de aumentar significativamente el riesgo de errores médicos y tener un impacto negativo en  los resultados de la organización. Los errores peligrosos que ocurren en la UCI se atribuyen a la falta de comunicación entre los médicos y enfermeras. A pesar de la necesidad aparentemente obvia para un enfoque de equipo en el complejo entorno, cuidados críticos con frecuencia se administra de una manera jerárquica. Otros autores han sugerido que una sobrecarga de horas de enfermería tiene el potencial para aumentar los eventos adversos.

Un estudio prospectivo identificó el medio ambiente, el equipo, persona, y el paciente como factores de potencial de producción de errores. Por otra parte, una investigación en unidades médico-quirúrgicas informó que los antecedentes de los errores de medicación grave y no grave pueden ser diferentes, complicando aún más las intervenciones para la prevención de errores de medicación. Lo básico: "cinco derechos".

En una evaluación de la administración de fármacos en una UCI médico-quirúrgicas, la mayor tasa de error se descubrió que se producen durante la fase de administración (36%). Coinciden estos resultados con 7 estudios realizados donde se observó un  34.5%. Otros estudios se refieren a la velocidad inadecuada y a la dosis incorrecta en relación con la indicada por el facultativo a estas barreras se suman  los errores relacionados con la administración en la entrega de medicamentos en la UCI.

Debido a que la administración de medicamentos predominantemente pertenece al dominio de la enfermera, los factores de riesgo más importantes para los errores en la medicación abarcan errores en la confección y archivo de la tarjeta de control de los medicamentos, falla en la identificación correcta del paciente,  la falta de información sobre los fármacos prescriptos a los pacientes,  errores en ocasiones en la historia clínica del enfermo y/o en la documentación realizada por las enfermeras y los servicios de farmacia descentralizados o inadecuados.
 
En  la actualidad se considera que los eventos adversos son evitables en un % determinado, con barreras tales como la interacción fármaco-fármaco, la polifarmacia, los procederes inadecuados como son la omisión de una o más dosis, la velocidad en la administración, el mal rotulado de las infusiones por citar algunas. Se han detectados barreras particularmente importantes no modificables como son la edad (mayores de 60 años), el sexo, las reacciones adversas ante el desconocimiento de alergia a medicamentos que nunca antes el enfermo había utilizado, el estado mental del paciente y el estado de conciencia y las estancias prolongadas en la UCI.

No deben convertirse en barreras el temor a la información de un evento adverso, ni el papel importante que juega el enfermo que puede informar a tiempo la prevención o el comienzo de un evento adverso en la administración de medicamentos.