Cuando nos referimos a las pautas de administración de insulina, hacemos
referencia al tipo y número de inyecciones de insulina necesarios para cubrir
las 24 horas del día. Las pautas que utilizan una o dos inyecciones de insulina
intermedia con insulina rápida o sin llaman pautas de insulinoterapia
convencional.
Las que usan insulina rápida antes de las comidas e intermedia o ultralenta
para cubrir las necesidades de la noche (múltiples dosis), o bien una bomba de
insulina, se denominan pautas de insulinoterapia intensiva. Han sido las más
utilizadas hasta los años 80 y todavía se utilizan mucho en niños pequeños y diabéticos del tipo 2. Consisten en la administración de 1 o casi siempre 2
dosis de insulina retardada, antes del desayuno y cena, para conseguir una
insulinemia al largo de las 24 horas del día, con suplemento o sin de insulina
rápida o de análogo de insulina rápida para cubrir la hiperglucemia del
desayuno y la cena.
Como hay mucha insulina a media mañana y después de cenar, es necesario
hacer un almuerzo y un resopón para evitar hipoglucemias. A la hora de merendar
la cantidad de insulina que queda es baja, de modo que si la merienda es
importante habrá probablemente administrar un suplemento de insulina rápida o
de análogo de insulina rápida justo antes si queremos que la glucemia de antes
de cenar sea normal.
Con las pautas de insulina convencionales, el perfil de insulinemia que se
consigue es muy diferente del de una persona no diabética, y en un porcentaje
importante de pacientes no alcanza un buen control glucémico. Por este motivo,
en las últimas décadas se han desarrollado unas pautas de insulinoterapia que
intentan imitar la secreción fisiológica de la persona no diabética: las
necesidades de insulina basales o de ayuno intentan cubrir con las insulinas
retardadas o con una infusión subcutánea continua de insulina rápida con bomba,
y las necesidades postprandiales o de después de las comidas, se cubren con
insulina rápida o análogos de insulina rápida, o bien con cuencos de insulina
rápida en el caso de las bombas de infusión.
Forman parte de las pautas de tratamiento intensivo de la diabetes y
permiten conseguir y mantener niveles de control glucémico mucho más aceptables
en una proporción importante de pacientes.
• Insulina intermedia (NPH) antes de cenar e insulina rápida antes del desayuno, almuerzo y cena. Es la más
utilizada, tanto en su forma clásica como con pequeñas modificaciones. Por
ejemplo, si la cena es muy temprano y pasan muchas horas entre la cena y el
desayuno (como es costumbre en los países anglosajones), la insulina retardada administra
antes de acostarse, también, si pasan muchas horas entre la comida y la cena,
habrá que administrar una pequeña dosis de NPH antes de comer.
• Insulina ultralenta antes de cenar (o de ir a dormir, según los horarios)
e insulina rápida antes de las comidas.
• Análogos de insulina rápida antes de las comidas y 2 dosis de insulina
ultralenta antes de desayuno y cena, o bien 3 dosis de NPH antes de las
comidas.
En este tipo de pautas de insulinoterapia intensiva con múltiples dosis subcutáneas, para adecuarse al perfil de insulina, en principio la dieta debe constar de desayuno, almuerzo y cena, y de suplemento de insulina antes de ir a dormir.
En este tipo de pautas de insulinoterapia intensiva con múltiples dosis subcutáneas, para adecuarse al perfil de insulina, en principio la dieta debe constar de desayuno, almuerzo y cena, y de suplemento de insulina antes de ir a dormir.
En cambio, el segundo desayuno y la merienda deben desaparecer en la
mayoría de casos, ser escasos o bien deberán ir acompañados de una dosis
adicional de insulina, si no se quiere que luego suba la glucemia.
Cuando se diagnostica la diabetes, habitualmente las cifras de glucemia son muy
elevadas y las necesidades de insulina también lo son. Muy a menudo, sin
embargo, en los días siguientes de haber comenzado el tratamiento con insulina
y normalizarse las cifras de glucemia, se produce una recuperación transitoria
del páncreas; nuevamente el páncreas recupera la capacidad de producir
insulina, por lo que la cantidad de insulina que hemos de administrar es menor, o incluso a veces debe retirar por completo durante un
tiempo y las glucemias se mantienen más fácilmente en los límites de la
normalidad.
Esta situación se denomina "luna de miel" o período de remisión de la diabetes, pero hay que recordar que siempre es transitorio y que después de un tiempo el páncreas dejará de producir insulina definitivamente. Además, es importante que durante este tiempo se siga teniendo en cuenta todos los demás componentes del tratamiento de la diabetes: seguir los horarios y la alimentación, vigilar los niveles glucémicos y aumentar las dosis de insulina en seguida que las glucemias suban, ya que cuanto mejor sean las glucemias, el período de remisión acostumbrará a ser más largo.
Esta situación se denomina "luna de miel" o período de remisión de la diabetes, pero hay que recordar que siempre es transitorio y que después de un tiempo el páncreas dejará de producir insulina definitivamente. Además, es importante que durante este tiempo se siga teniendo en cuenta todos los demás componentes del tratamiento de la diabetes: seguir los horarios y la alimentación, vigilar los niveles glucémicos y aumentar las dosis de insulina en seguida que las glucemias suban, ya que cuanto mejor sean las glucemias, el período de remisión acostumbrará a ser más largo.
Después de este período, las necesidades de insulina varían según la persona,
el peso, la actividad física y la cantidad de hidratos de carbono que se
ingieran, pero en general oscilan alrededor de 0,7 unidades de insulina por kg
de peso y por día.
Hay que recordar que durante la época de crecimiento el niño va aumentando
de peso continuamente, y por tanto, tendremos que ir aumentando también las
dosis de insulina para adecuarlas a sus necesidades. Durante la pubertad hay un
momento de mayor crecimiento durante el cual las necesidades de insulina
aumentan, por lo que es habitual tener de aumentar las dosis de insulina hasta
1 a 1,5 unidades por kg de peso y día si no se quiere que las glucemias sean
inapropiadamente altas.
Una vez terminada la pubertad y finalizada la etapa de crecimiento, las
necesidades de insulina bajan nuevamente, ya la etapa adulta vuelven a situarse
habitualmente alrededor de 0,7 unidades por kg y día.
El tratamiento de la diabetes es un proceso dinámico en el que no hay dosis
fijas al largo del tiempo ni iguales de una persona a otra. Además, hay
integrar los diferentes componentes: dosis de insulina, distribución de los
hidratos de carbono, horarios, zona de inyección y tiempo entre inyección e
ingesta más adecuados.
El paciente debe conocer cuáles son los niveles de glucemia que quiere
alcanzar y observar el patrón de glucemias que presenta con el tratamiento que
tiene establecido. Si no se consiguen los objetivos, hay que aplicar unas
modificaciones del tratamiento, siguiendo unas normas concretas. Hay
Hay 2 tipos de modificaciones: las de la pauta de base y las modificaciones puntuales. Las modificaciones de la pauta de base tienen por objetivo determinar las dosis de insulina adecuadas, además de los otros componentes del tratamiento, en condiciones normales. Por ejemplo, si la glucemia de la mañana es correcta y la alimentación y la actividad física deben ser las habituales de cada día, conviene fijar qué dosis debe administrarse al mañana para que la glucemia siga siendo correcta después de desayunar y antes de comer.
Hay 2 tipos de modificaciones: las de la pauta de base y las modificaciones puntuales. Las modificaciones de la pauta de base tienen por objetivo determinar las dosis de insulina adecuadas, además de los otros componentes del tratamiento, en condiciones normales. Por ejemplo, si la glucemia de la mañana es correcta y la alimentación y la actividad física deben ser las habituales de cada día, conviene fijar qué dosis debe administrarse al mañana para que la glucemia siga siendo correcta después de desayunar y antes de comer.
Si bien inicialmente debe intervenir el equipo asistencial (médico /
educador) en estas modificaciones, progresivamente el diabético debe ir
aumentando sus conocimientos y ser capaz de realizarlas por sí mismo, y evitar así que se
prolongue demasiados días la alteración del patrón de glucemias. Para hacer estas modificaciones es aconsejable seguir unas normas
generales:
generales:
• Las modificaciones deben basarse en unos objetivos de glucemia concretos
para cada paciente.
• Los cambios de las dosis de insulina deben hacerse si:
- Las alteraciones no son debidas a cambios puntuales en la alimentación, la
actividad física o los horarios.
- Las alteraciones (hiperglucemia o hipoglucemia-glucemias bajas-) se
repiten 2 o más días.
• No deben tenerse en cuenta las glucemias posteriores a una hipoglucemia,
pero sí la hipoglucemia.
• Se debe modificar sólo un parámetro (insulina, alimentación, tiempo entre
inyecciones e ingesta o zona de inyección) y esperar 2 o 3 días para valorar
los efectos del cambio.
• Comprobar los efectos de la modificación mirando las glucemias afectadas
por este cambio. Por ejemplo, si se modifica la dosis de antes del desayuno,
hay que mirar como mínimo la glucemia de antes de comer.
• Se debe seguir un orden de modificación:
- Hay que evitar las hipoglucemias.
- Es necesario modificar las dosis de insulina (10%).
- Si no puede modificarse la dosis de insulina siguiendo las normas del
médico, pueden modificarse el tiempo entre inyección y ingesta (aumentar o
disminuir), la distribución los hidratos de carbono de las comidas, la zona de
inyección de la insulina (utilizar una zona de absorción más rápida o más lenta
según el caso) o los horarios de las comidas.