El embarazo tiene una mínima influencia en el desarrollo de la enfermedad.
A pesar de que es incuestionable el tratamiento de la embarazada enferma de
tuberculosis, el tratamiento de la infección tuberculosa de la embarazada sí se
ha cuestionado, porque el embarazo no se considera un factor de riesgo para
desarrollar la tuberculosis y la hepatotoxicidad del H es mayor en el embarazo
y al comienzo del puerperio.
No obstante, por el peligro de diseminación hematógena transplacentaria
(especialmente si además de infección tuberculosa reciente, existe infección
por el VIH) y que el desarrollo de la tuberculosis pueda afectar no solo la
madre, sino también el feto, ha recomendado la QPS con H y un estrecho control
de la función hepática.
La amplia utilización de la H en el embarazo ha mostrado que no tiene
efectos teratógenos aunque se administre en los primeros 4 meses de gestación.
En un estudio controlado, se ha observado un 3% de anormalidades en el feto por
el R (reducción de miembros, anomalías del sistema nervioso central,
hipoprotrombinèmia) comparado con el 2% por el E y el 1% para el H, pero en
este caso el 1% también se observó igualmente en los controles. También se ha
descrito enfermedad hemorrágica del recién nacido de madre que seguía tratamiento con R. La Z se ha utilizado en el tratamiento de la
enferma tuberculosa gestante, pero como no hay publicadas datos concluyentes respecto de su teratogenicidad (la OMS no la excluye en gestantes 15) para el
tratamiento de la infección tuberculosa, se sugiere que se puede emplear después
del primer trimestre en las gestantes infectadas de alto riesgo, como son las
HIV positivas.
Naturalmente con vigilancia estrecha de la función hepática y suplemento de piridoxina. La lactancia materna no está contraindicada cuando la madre sigue tratamiento con H, pero se debe complementar la alimentación del lactante con piridoxina y tener en cuenta que es subterapéuticos la cantidad de H que recibe en la leche materna (no alcanza el 20% del nivel sanguíneo requerido)
Naturalmente con vigilancia estrecha de la función hepática y suplemento de piridoxina. La lactancia materna no está contraindicada cuando la madre sigue tratamiento con H, pero se debe complementar la alimentación del lactante con piridoxina y tener en cuenta que es subterapéuticos la cantidad de H que recibe en la leche materna (no alcanza el 20% del nivel sanguíneo requerido)