Cualquier situación que implica un cambio de vida y esfuerzo de adaptación, puede afectar al estado emocional del niño y en función de la su vulnerabilidad personal, desarrollar depresión. El hecho de vivir más de dos acontecimientos estresantes vez, aumenta el riesgo de que el niño presente trastornos psicológicos. Estos acontecimientos pueden ser problemas socioeconómicos, cambio de vivienda o ciudad, cambio de escuela, nacimiento de un hermano ...
Además de otros factores que hemos comentado en apartados diferenciados como es la separación de los padres, muerte de un familiar o de su mascota. Earls (1982) cree que una parte muy importante en la etiología de los trastornos psiquiátricos se encuentra en los estresores psicosociales y médicos. Es decir, tener una relación desorganizada, vivir experiencias negativas, estar expuesto a conflictos y enfermedades médicas se relaciona a un mayor riesgo para desarrollar problemas internalizados.
En un estudio de Lee (1987) se destaca que en un 40% de los sujetos, los síntomas depresivos y trastornos de conducta tienen estresores que han desencadenado los problemas (7% divorcio, 5% ausencia del padre, 10% negligencia). Araneda (1997) en cambio, no encuentra relación entre presentar mayor sintomatología depresiva y eventos estresantes como padecer una enfermedad física, accidentes u operaciones quirúrgicas, ni tener un nivel socioeconómico bajo. Por otra parte encuentra una relación entre tener hermanos, padres separados y madres con depresión con un aumento de la sintomatología depresiva en el niño.
FUENTE:
ESTUDIO EPIDEMIOLÓGICO DE LA DEPRESIÓN MAYOR
EN NIÑOS DE 3-6 AÑOS. Ester Plan y Colomer. 2003