Muchos
aspectos de la fisiología pueden ser heredados de los padres, de manera que
muchos niños pueden tener una predisposición genética al sobrepeso.
Cuando
uno de los padres es obeso, existe un riesgo del 25% al 30% que los hijos también
lo sean. Este riesgo aumenta un 80% cuando el padre y la madre son obesos. Parte
de estos porcentajes se puede adjudicar a los hábitos y al estilo de vida de
los padres, que los hijos adquieren y consideran normales. pero se ha demostrado
que una cierta tendencia también es hereditaria. algunos estudios demuestran
que el factor genético es responsable de los casos de obesidad infantil entre
el 25% y el 40%.
Otros reducen
esta cifra entre el 5% y el 25%. Independientemente de cuál de estos estudios sea
más preciso, el caso es, que la genética influye en muchos de los niños. Si un
niño es gordito pero come alimentos saludables, hace ejercicio físico de forma
regular y no hay factores emocionales que afecten su ingesta, es posible que su
predisposición genética le lleve a tener más peso que la media de los otros
niños.
Las
estadísticas indican que este sobrepeso no constituye tanto de riesgo para la salud como el sobrepeso adquirido por comer demasiados alimentos que engordan
y para pasar demasiadas horas delante del ordenador o del televisor.
Articulo
tomado de “La epidemia del siglo XXI, Obesidad infantil” de Lidia Reynal Ruiz