Historia de la intubacion


Aunque la cateterización de la laringe ya se encuentra mencionada en escritos de Hipócrates y del médico árabe Avicenna, la primera intubación laringotraqueal de la cual se tiene conocimiento fue hecha por el anatomista flamenco Andreas Vesalius el 1542 en un cordero y se describe en el libro "De Humani Corporis Fabrica" ​​publicado por este autor en 1555.

El interés por estas técnicas del mantenimiento de la vía aérea desapareció por más de un siglo. En 1667 Robert Hooke expuso el primer trabajo sobre intubación en un perro en la Sociedad de Londres ("Philosophical Transactions of the Royal Society of London ") y en 1780 Chaussier propuso su utilización en la asfixia.

Sin embargo, la primera intubación laríngea es generalmente atribuida a Desault, el que, a principios del siglo XIX, intubar involuntariamente la tráquea con una bujía elástica que intentaba colocar en el esófago. La técnica fue copiada después en Toulouse para Rayland en 1837, pasando los tubos.

El desarrollo de la intubación durante el siglo XIX y principios del XX fue suficiente difícil. Los motivos fueron fundamentalmente técnicos: Dificultad de intubación a ciegas, falta de materiales apropiados y, sobre todo, falta de elementos de aspiración de los tapones de moco en los largos tubos que se utilizaban en estos comienzos.

Otro freno en su desarrollo fueron las descripciones de complicaciones graves atribuibles a la técnica. Un ejemplo es una publicación de Leroy, a comienzos del siglo XX (1927), de un neumotórax sofocante muy grave. Algunos autores importantes de aquella época intentaron desbloquear estos frenos en su desarrollo. Wright, en un trabajo histórico sobre la nariz y la garganta publicado en 1902, menciona a Louiseau como uno de los que lo intentar.

En 1840, este autor proponía un sistema para acceder, de forma protegida, en el interior de la laringe: introducción, de forma temporal, de un tubo para hacer las manipulaciones terapéuticas necesarias.

Waxham en otra revisión sobre la intubación en 1888, menciona otro autor, Boucher, que también persigue impulsar las técnicas de la intubación el 1858.
Una de sus innovaciones fue, por ejemplo, la de utilizar un tubo útil para mantener la permeabilidad de la vía.

Este mismo autor también diseñó tubos cortos metálicos que pasaban a través de las cuerdas vocales, justo por debajo de la glotis, introducidos gracias a un sonido cavernoso que le daba idea de su localización. Ataba los tubos a un hilo para poder extraer. La traqueotomía estaba altamente considerada entonces e intentó, sin mucho éxito, desacreditarla hacia las técnicas de intubación. Lo que consiguió, sin embargo, fue desacreditarse.

Asimismo, dada la fuerza con la que contaban en la sociedad médica francesa de aquellos momentos autores firmemente defensores de la traqueotomía como Trousseau. Al mismo tiempo los inventos poco aceptados de Boucher, estaban diseñando en Glasgow, por parte de MacEwen, y New York, por parte de O'Dwyer, otros tubos endotraqueales que tuvieron bastante más éxito.

En 1880, William MacEwen, gran cirujano británico de esa época, intentaba encontrar un medio satisfactorio que permitiera respirar y anestesiar a un enfermo potencialmente hemorrágico en una operación de cavidad oral. Se puso a practicar el pasar tubos a tráquea, primero en cadáveres y luego en vivos, con el intento de estalviarlos la traqueotomía.

En julio de 1878 logró operar un tumor oral con el enfermo intubado y recibiendo la anestesia por este tubo. Describió la utilización del mismo tubo en un caso de edema glótico en un adulto por quemaduras y luego en un edema infeccioso. Con estas experiencias publicó un trabajo titulado: "Clinical observations on introduction of tracheal tubas by the mouth instead of performing tracheostomy oro laryngotomy ". Esta es la primera vez que se encuentra una cita bibliográfica sobre la intubación prolongada, superior a 24 horas, en la literatura.

Publica cuatro casos: Uno de los enfermos estuvo intubado durante 35 horas y el otro 36. Mediante esta intubación logró mantener la vía aérea libre, administrar anestésicos y prevenir aspiraciones de sangre en intervenciones de cara y boca. Tuvieron que pasar 50 años para que sus ideas sobre la anestesia con intubación endotraqueal.

En 1875 la difteria en New York estaba en plena ebullición. Joseph O'Dwyer (1841-1898), que no conocía los trabajos de Boucher en París, desarrolló una serie de tubos endotraqueales para tratar la obstrucción que provocaba la difteria. En 1887, publicó resultados estimulantes sobre la intubación translaríngia con tubos metálicos cortos, aplanados por los cantones, en 50 casos de difteria y, especialmente en Estados Unidos, este sistema se fue extendiendo.

No sólo describe los tubos sino la técnica con abrebocas para mantener el campo operatorio, un apoyo especial para ayudar a la introducción y una pinza extractora para retirarlos.

Más tarde, en 1894 señaló la aplicabilidad del método en casos de estenosis laríngeas crónicas y en descanulaciones difíciles. Esta técnica se llamaba cerrada, ya que mientras se introducía el tubo, por la vía respiratoria. En 1894 Pierre Ferroud hizo la propuesta de sustitución de las dos piezas de ayuda por una única de introducción y extracción, suprimiendo el mandril que usaba O'Dwyer y reduciendo la longitud de los tubos, de esta manera se conseguía mantener la ventilación durante la introducción (técnica abierta).

En 1887, George Fell, describió un sistema por el cual, mediante un fuelle conectada al tubo endotraqueal, se conseguía aportar ventilación con presión positiva. Waxham en 1888 revisó los trabajos de O'Dwyer y señaló la necesidad de protección del cirujano en intubar para no contagiarse de difteria y también la necesidad, tal como se mencionaba en la traqueotomía, de realizar los cuidados paralelas al propio hecho de intubar para solucionar la enfermedad.

Las contraindicaciones de la traqueotomía sirvieron como argumento a favor de la intubación durante décadas y en España, fue defendida por Rodríguez Vargas en principios del siglo XX (1908). Sin embargo, en la década de 1880 se decía que este medio estaba abandonado en España por las molestias y peligros que comportaba.

A principios del siglo XX los equipos más utilizados eran los de Sevestre y Bayeux. En España, un ilustre defensor de la intubación según el método de O'Dwyer fue Ramón de la Sota a finales del 1880.

El desarrollo de la intubación también contribuyó la puesta a punto de la laringoscopia directa por parte de Kirstein en 1896, después Jackson en 1911 y el fórceps diseñado por Magill y que todavía lleva su nombre. En 1900 Khun propone la vía nasal para la intubación translaríngia, que con posterioridad
mejoraría Magill en 1930 con la técnica de la intubación nasal.

En 1910, Elsberg demostró el valor de la intubación translaríngia en anestesia durante cirugía torácica y fue ampliándose su aplicabilidad en esta especialidad entre 1917 y 1921 por Magill y Rowbotham, aunque, durante largo tiempo, con cierta desconfianza.

Sin embargo, las complicaciones traumáticas publicadas en relación a su utilización demostraron en poco frecuentes. En este sentido cabe mencionar los trabajos de Jackson en 1913, Donnelly en 1948 y Arner y Diamante el 1951.


Tomada de EDUARD ESTELLER MORÉ. ESTUDIO DE LAS COMPLICACIONES POR INTUBACIÓN PROLONGADA Y TRAQUEOTOMIA EN ENFERMOS SOMETIDOS A VENTILACIÓN MECÁNICA