Erickson
se refirió a la generatividad de la pareja y apuntó la necesidad de que se
conjuguen dos personalidades individuada para establecer un vínculo con suficiente intimidad para expresar el deseo de, entre dos, construir otro y
hacer posible que la complementariedad del deseo materno y paterno asigne al bebé un lugar de filiación.
Nació
por la asamblea de los objetos internos que gravitan en torno a la figura
internalizada de la pareja parental creativa tras el recorrido idílico. La
representación psíquica del deseo de hijo convierte inspirado en la
identificación introjectiva con la pareja de padres y guarda relación con la
mayor o menor ambivalencia de este vínculo.
El
deseo de hijo comienza con un estado mental de disponibilidad a la maternidad.
La maternidad es un estado mental que permite aceptar y acoger al bebé deseado,
un estado mental apto para funcionar con la capacidad negativa descrita por Keats, es decir, capaz de mantener un espacio y
un tiempo que tolere la espera y la incertidumbre ante lo que es nuevo y
desconocido, que pueda soportar el dolor mental de la frustración y estar en posición depresiva (PD).
Desde
este punto de vista convertirse madre requiere un proceso psicológico largo y laborioso. Grotstein fue de los primeros en afirmar que muchas mujeres
que presentaban conflictos ambivalentes graves con sus madres no tenían hijos.
El
recorrido psicológico saludable para llegar a la maternidad comporta que la
niña pequeña transite el camino que va de la identificación con la madre preedípica hacia la progresiva diferenciación de el objeto sin dejar que lo
detenga la rivalidad edípica adolescente.
La
identificación primaria con la madre fuente de vida, sin la cual el bebé no
puede sobrevivir, resulta de capital importancia para la niña. La experiencia emocional de esta identificación con la función primitiva de la madre de la
ternura de quien depende la vida es muy importante porque, más tarde, la niña pueda
desarrollar el deseo de ser madre, dado que el vínculo edípico con el padre
también arrastra el amor, más o menos dejado de lado, por la madre de los primeros
tiempos.
La
consulta psicológica realizada en un marco de abordaje interdisciplinario de la
clínica de la fertilidad nos ha permitido realizar el seguimiento de numerosas parejas en tratamiento con TRA y hemos podido observar algunas
características relevantes los conflictos relativos a la falta de embarazo.
Un gran número de pacientes, sobre todo en las indicaciones de FIV, presentan conflictos muy significativos en el vínculo materno, fantasías de autofecundación o intensas rivalidades con los padres, en especial de las mujeres con la madre.
Un gran número de pacientes, sobre todo en las indicaciones de FIV, presentan conflictos muy significativos en el vínculo materno, fantasías de autofecundación o intensas rivalidades con los padres, en especial de las mujeres con la madre.
Muchos
casos en los tratamientos psicoterapéuticos muestran que la resistencia de la
función reproductora encubre regresiones arcaicas que ligan la maternidad deseada a fantasías de amenaza extrema.
Las
parejas que tienen la esperanza de que un hijo les sede sentimientos de
soledad, ansiedades profundas y que dependen del rol de padres para lograr
identidad muestran niveles de ansiedad y depresión muy intensos que parecen
interferir la emergencia de un estado mental disponible para esperar que fluyan
los eventos buscados (Downey et al., 1989; Edwards y Brody, 1995; Evers, 2002).
La
demanda social de hijos biológicos que llega a las unidades de reproducción son
cada vez más complejas y se hace necesario poder determinar el nivel de riesgo
psicológico que puede suponer la utilización indiscriminada de TRA para todos
los casos designados de manera inexacta y engañosa bajo el diagnóstico de infertilidad.
La
evaluación detenida de los procesos psicoterapéuticos realizados en nuestra
experiencia para examinar la concurrencia de los factores psicológicos en las
causas o los efectos de las dificultades de fecundación, ha puesto de
manifiesto, la presencia de tres grupos de pacientes con diferentes perfiles psicológicos y problemáticas diferentes que interfieren la presencia
de un estado mental disponible para la maternidad que parecen responder a la
línea de riesgo psicológico descrita por otros autores (Bidlowsky, 2004).
Grupo
sin deuda de gratitud: pacientes que no pueden reconocer la deuda de gratitud
con la madre que ha dado la vida. No tienen ningún recuerdo del vínculo materno,
de modo que la experiencia emocional vivida en la vida infantil se ve
brutalmente escindida de la memoria. Su emergencia en el
mundo recuerda la de las esporas, sin madre que las infantes.
mundo recuerda la de las esporas, sin madre que las infantes.
En
general, estos casos acompañados de conflictos más o menos explícitos con la pareja en la que la dificultad para establecer un vínculo de
interdependencia adulta está muy comprometido y la decisión de tener hijos, más
que una feliz complementariedad convierte en una competencia entre los dos para hacer un acuerdo.
Grupo
impasse adolescente: pacientes en las que el vínculo materno descansa sobre
intensos sentimientos de odio envidioso hacia la capacidad creativa de la
función materna. Destacan biografías con adolescencias turbulentas y tormentades que a
menudo se cierran a un precio emocional muy caro para la carga de las actuaciones
autodestructivas que conllevan, como adicciones, abortos, fracaso académico que
retornan en forma de reproche hacia la madre dificultando la posibilidad de reparación.
Grupo
infertilidad de supervivencia: pacientes que encarnan un vínculo materno
primitivo acompañado de fantasías catastróficas frente al desarrollo. Un vínculo diseñado a vida o muerte que no permite revivir la
experiencia con la madre a través de la propia maternidad. Son pacientes que presentan una demanda de hijo a toda costa pero que pronto muestran la falta de
espacio mental disponible para convertirse en madres.
Destaca
un miedo mortal a la maternidad tan importante como el propio deseo de hijo que muestra cómo la infecundidad se convierte un mecanismo de
defensa necesario ante el temor de ser madres y acoger un hijo. En términos de
Winnicott la vivencia catastrófica que promueve la infertilidad salva de vivir la catástrofe que, en realidad se vivió en el pasado, y que ahora
promueve la fecundidad-no el embarazo-en la fantasía de la paciente.
Las
pacientes del tercer grupo que entran en programas de TRA presentan un riesgo
añadido muy importante de sufrir intensos sufrimientos psicológicos si su asistencia no incluye una atención psicológica que prevenga tanto a las
pacientes como a los equipos.
Muchas
veces es necesario ayudar a poner fin a un círculo iatrogénico y maléfico que
alimenta la fantasía de permanecer en el estado que propone una demanda imposible:
poder vivir ni con hijo ni sin hijo.
Tomado
de Núria Camps i Bellonch. Tratamiento psicológico de la fecundidad medicalizada