Poner a calentar agua. Es mejor tomarla del grifo de agua fría, porque
tendrá más oxígeno que si se coge del grifo de agua caliente, lo cual afectará
en el color y el sabor. La dosis de la infusión depende de los gustos
personales, pero lo más habitual es añadir una cucharilla rasa o una bolsita por
taza.
Después se añadirá agua a punto de hervir. No conviene que el agua esté hirviendo,
ya que en la cocción, entre otras cosas, se altera el gusto. Al final hay que
dejar que la mezcla repose tapada. Por la conservación de las infusiones guardarlas en un envase hermético, en un
lugar fresco y seco.