Diabetes y enfermedad

Dejando de lado los malos planteamientos en el tratamiento o conflictos emocionales, las enfermedades intercurrentes son con mucha frecuencia causa de inestabilidad o de franca descompensación.
Durante la infancia los niños sufren múltiples enfermedades banales (resfriados, otitis, diarreas...) que no afectan su estado general y, al mismo tiempo, proporcionan la protección (inmunidad) que requieren para la vida adulta. Estos procesos, son menos frecuentes en adolescentes y en adultos. Las personas que llevan un buen control de la diabetes no tienen más riesgos de adquirir infecciones que la población general, pero cuando las sufren necesitan hacer unos controles más estrictos de su diabetes y adoptar unas medidas adicionales.
En cambio, si el control de la diabetes no es correcto disminuirá la inmunidad ante las infecciones y esto implicará la posibilidad de desarrollar más.
Por otra parte, en las situaciones de ayuno, estrés o enfermedad, se producen unas hormonas de acción contraria a la de la insulina, el cortisol y el glucagón, que son hiperglucemiantes (aumentan el azúcar en la sangre) y, por tanto, hacen que las necesidades de insulina aumenten.
En general, los niños y los adolescentes que llevan un buen control toleran las enfermedades muy bien. Las enfermedades pueden producir:
1. Efectos mínimos en los niveles de glucosa.
2. Niveles bajos de glucosa si van acompañadas de vómitos, diarrea y falta de apetito.
3. Niveles altos de glucosa. Suelen ser enfermedades que no afectan el estado general, como por ejemplo los resfriados o la rubéola. La fiebre transitoria producida por las vacunas no hace alterar los controles de la diabetes.

Suelen ser enfermedades que provocan náuseas, vómitos y diarrea. Como se come menos y el azúcar no se absorbe, pueden ocasionar niveles bajos de glucosa en la sangre. A menudo no van acompañadas de fiebre ni de una alteración importante del estado general, pero pueden presentar cetonuria.
Muchas enfermedades comunes pueden producir niveles altos de glucosa y, secundariamente, acetona en la orina.
A veces se tienen nivel altos de glucosa en la sangre antes de que la enfermedad se manifieste. Normalmente son enfermedades que cursan con fiebre, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, cansancio y dificultad para la alimentación. Como enfermedades más frecuentes podemos mencionar: anginas, gripe, varicela, infecciones de orina, neumonías.
Es muy importante tener en cuenta el autocontrol.
El tratamiento debe basarse en:
Insulina: se necesitan dosis superiores a las habituales.
Alimentación: el hambre está alterada y hay una mala tolerancia a los alimentos (Vómitos).
Ejercicio: es mejor no hacerlo.
Insulina
1. Si se presenta hiperglucemia sin cetonuria. Si antes de la ingesta la glucemia es superior a 150 mg / dl se debe corregir la situación con los suplementos de insulina habituales. Es conveniente medir la glucemia una hora y media después de la ingesta para comprobar si la dosis es suficientemente eficaz para normalizar la hiperglucemia en caso de que aparezca.
2. Si se presenta hiperglucemia con cetonuria. Siempre que la cetonuria sea positiva (2 + o más) y la glucemia superior a 150 mg / dl, hay que administrar suplementos de insulina rápida 30 o 60 minutos antes de las ingestas, con dosis dobles a las habituales como suplemento.
Si se presentan náuseas o vómitos y no se tiene hambre, no debe  administrarse insulina NPH sino insulina rápida cada 4 o 6 horas acompañada de líquidos azucarados y caldo rico en minerales hasta que la acetona desaparezca.
Hay que repetir las determinaciones de glucemia y cetonuria cada 2 horas mientras persista la situación de enfermedad.
Si hay acetona positiva (+) pero la glucemia es inferior a 140 mg / dl, no es necesario administrar insulina rápida, lo que se debe hacer primero es tomar hidratos de carbono y luego continuar controlando la glucemia y la cetonuria cada 4 horas.
Cuando la cetonuria disminuya, aunque no haya remitido del todo, hay que pasar gradualmente a las dosis habituales de insulina.
Alimentación
El cumplimiento de la dieta es muy importante en el tratamiento de la diabetes, y sobre todo en el caso de que exista una enfermedad intercurrente, para evitar así la descompensación cetòsica.
Los niños y los adolescentes diabéticos pueden comer prácticamente todo tipo de alimentos; sólo hay adecuarlos la dieta a su tolerancia ya las glucemias correspondientes, procurando dar las mismas raciones de hidratos de carbono fraccionadamente (cantidades menores pero más seguidas).
Los alimentos deben ser más blandos y fáciles de tolerar, por ejemplo:

- Sopas
- Purés de verduras o patatas
- Leche, yogures desnatados
- Galletas o pan tostado
- Frutas enteras o trituradas
- Pescado blanco hervido
En caso de diarrea: Las verduras pueden sustituirse por puré de zanahoria y patata. Las legumbres, por arroz blanco. Las frutas más aconsejables son el plátano y la manzana. La leche puede sustituirse por yogures naturales desnatados

Cuando hay que ir al hospital
• Cuando hay vómitos persistentes y en gran cantidad.
• Cuando la acetona en la orina es muy positiva y la respiración es rápida.
• Cuando los niveles de glucemia siguen elevados a pesar de las dosis extras de insulina.
• Cuando hay confusión mental con afectación del estado general.
• Cuando hay dolor abdominal no habitual y grave.
• En niños pequeños (menores de 2 - 3 años) o que tienen alguna otra enfermedad además de la diabetes